Finalmente ha llegado el momento que hemos estado esperando toda la Cuaresma, y especialmente desde que comenzó la Semana Santa. Después de cuarenta días de ayuno, de no comer carne, de oración intensa, después de los últimos tres días en los que nos hemos enfocado en la cruel tortura y muerte de Cristo en la Cruz, ya vemos porque pasó lo que pasó.
Nunca me han gustado las despedidas, y cuando tengo que despedirme, nunca me gusta decir “adiós,” sino “hasta luego.”