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Catholic News Herald

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CNH: Con millones de personas en todo el mundo que comienzan a vacunarse contra el COVID-19, incluidos el Papa Francisco y el Papa Emérito Benedicto XVI, ¿tiene la esperanza de que las iglesias pronto puedan volver a la normalidad?

Obispo Jugis: Todos estamos agradecidos por la disponibilidad y los beneficios de las vacunas. Ha sido un año difícil para todos y la gente está ansiosa por volver a la Iglesia, particularmente con la Semana Santa y la Pascua a solo unas semanas de distancia. Nuestras iglesias continuarán sus operaciones con límites en la capacidad y las medidas de seguridad establecidas, hasta que consideremos, según la orientación de los expertos en salud, que es seguro reanudar las operaciones normales.

Oramos para que ello sea pronto.

CNH: Algunas personas han expresado su preocupación por las vacunas desarrolladas utilizando líneas celulares derivadas de abortos que ocurrieron hace décadas. ¿Comparte esa preocupación?

Obispo Jugis: Primero, déjeme decirle que es alentador ver la sensibilidad de los fieles en esta cuestión moral. Esta es una señal que el Evangelio de la Vida está formando sus conciencias. Debido a que nuestras vidas son un regalo de Dios, tenemos la obligación de cuidarlas. Ese es el objetivo mismo de una vacuna.

Las preguntas sobre el origen de las vacunas no son nuevas, ya que las líneas de células fetales a las que hace referencia se han utilizado en la prueba y producción de otras vacunas. La preocupación moral que tiene la gente es que si de alguna manera son cómplices de un acto de aborto al recibir una vacuna desarrollada utilizando líneas celulares ligadas lejanamente a un aborto. En este caso, la respuesta es no. La Iglesia enseña que la participación de una receptora de la vacuna en el acto del aborto sería pasiva, material y remota. En otras palabras, alguien que reciba una vacuna COVID-19 no sería moralmente cómplice del acto original del aborto. Sin embargo, tenemos la obligación de hablar en contra de los males morales que se han tejido en nuestra sociedad, como en este caso, los abortos utilizados para iniciar algunas de las líneas celulares que siguen en uso en la actualidad.

CNH: ¿Qué vacuna debería la gente considerar recibir?

Obispo Jugis: Siempre que sea posible, es mejor elegir una vacuna que se produzca éticamente y es importante señalar que la mayoría de las vacunas COVID-19 en desarrollo no utilizan líneas celulares fetales. De las tres vacunas disponibles actualmente en este país, Estados Unidos, la Conferencia de Obispos Católicos ha recomendado: "Si uno tiene la capacidad de elegir ..., las vacunas de Pfizer o Moderna deben elegirse en lugar de las de Johnson & Johnson". Esto se debe a que las líneas celulares derivadas de tejido abortado se usaron en la producción de la vacuna Johnson & Johnson, mientras que las otras dos vacunas usaron esas líneas celulares solo en algunas pruebas de laboratorio. Sin embargo, si no está seguro de poder acceder a las opciones preferidas, es aceptable recibir la vacuna Johnson & Johnson dada su conexión remota con el aborto. Y la Conferencia de Obispos ha dicho que recibir la vacuna "es un acto de caridad que sirve al bien común".

 CNH: Si la conexión con el aborto es remota, ¿por qué algunos obispos expresan su preocupación por la producción de vacunas?
Obispo Jugis: Nos recuerdan que uno no puede en conciencia simplemente recibir el beneficio de una vacuna y luego ignorar los problemas éticos asociados con su desarrollo y producción. Tenemos la responsabilidad de presionar al gobierno, las autoridades de salud pública y los fabricantes para que desarrollen y proporcionen vacunas producidas de manera ética.

CNH: ¿Qué sucede si alguien no quiere vacunarse?
Obispo Jugis: La vacunación debe ser una decisión voluntaria. La Congregación para la Doctrina de la Fe orienta que, "Desde el punto de vista ético, la moralidad de la vacunación depende no solo del deber de proteger la propia salud, sino también del deber de perseguir el bien común". Para aquellos que rechazan las vacunas por razones morales o de otro tipo, la Congregación insta a que “hagan todo lo posible” a través de su comportamiento para evitar la propagación del virus. “En particular”, dijo la Congregación, “deben evitar cualquier riesgo para la salud de quienes no pueden ser vacunados por razones médicas o de otro tipo, y que son los más vulnerables".

Obispo Jugis respondió a las nuevas disposiciones

071721 1962 missalCHARLOTTE — El viernes 16 de julio, el Vaticano publicó el motu proprio ‘Tratidiones custodes’ (Custodios de la Tradición) del Papa Francisco, con el objetivo de “proseguir aún más en la búsqueda constante de la comunión eclesial”, y regulando la posibilidad de celebración de la Misa en la forma extraordinaria.

El Papa afirma que le “entristece el uso instrumental del Misal Romano de 1962, que se caracteriza cada vez más por un rechazo creciente no solo de la reforma litúrgica, sino del Concilio Vaticano II, con la afirmación infundada e insostenible de que ha traicionado la Tradición y la ‘verdadera Iglesia’”.

Francisco advierte de “los abusos de unos y otros en la celebración de la liturgia” y pide a los obispos “procurar que cada liturgia se celebre con decoro y fidelidad a los libros litúrgicos promulgados tras el Concilio Vaticano II, sin excentricidades que fácilmente degeneran en abusos”.

“Las celebraciones litúrgicas no son acciones privadas, sino celebraciones de la Iglesia, que es el ‘sacramento de la unidad’, por lo que deben hacerse en comunión con la Iglesia”, recordó.

NUEVAS DISPOSICIONES

Se establece que el obispo diocesano será en adelante quien autorice el uso del Misal Romano de 1962, siguiendo las orientaciones del Vaticano.
Si en la diócesis hay grupos que celebran la Misa en esta forma, el obispo deberá comprobar que no excluyan la validez de la reforma de la liturgia, de lo establecido por el Concilio Vaticano II y del magisterio de los papas.

El obispo nombrará a un sacerdote delegado que acompañe pastoralmente a estos grupos de fieles e indicará los días y lugares donde se podrá celebrar la Misa en la forma extraordinaria, que no podrá ser la iglesia parroquial, debiendo proclamarse las lecturas en el idioma de cada lugar y no en latín.
Si algún sacerdote que se ordene después de la publicación del motu proprio quiere celebrar la Misa con el Misal de 1962, deberá hacer una solicitud formal al obispo, que a su vez consultará al Vaticano antes de dar la autorización. Los sacerdotes que ya celebran la Misa de esta forma deberán pedir autorización al obispo para mantener esta facultad.

RESPONDE EL OBISPO JUGIS

En respuesta a las nuevas instrucciones del Papa, el Obispo Peter Jugis envió una breve carta a los fieles el 17 de julio indicando que está estudiando la manera de implementar este nuevo enfoque.

En ella, asegura que, “a medida que estudiamos los detalles del nuevo motu proprio, Traditionis Custodes, consideraremos la implementación adecuada de sus disposiciones en nuestra diócesis”. Por el momento, autoriza a los sacerdotes que ya han estado ofreciendo la Forma Extraordinaria de la Misa a continuar haciéndolo, “a medida que avanzamos juntos como diócesis en una transición suave y ordenada al nuevo curso trazado por Traditionis Custodes”.

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