Mis padres recibieron un crucifijo como regalo de bodas. Era un diseño bastante tradicional, madera de maple ricamente teñida con un corpus de bronce. Una pequeña placa de bronce con la abreviatura INRI colgaba suelta en lo alto. Tan suelta, que recuerdo haberle dado vueltas cuando era niño. Todavía puedo ver los arañazos circulares que causó el girarla. La cruz casi siempre estaba adornada con ramos de palmas secos de la Misa del Domingo de Ramos del año anterior.