Esto no era lo que yo quería!
Ha pasado un año desde que recibí una llamada del Obispo Michael Martin pidiéndome que sirviera como su secretario sacerdotal, y en una sola frase puedo decir que soy feliz donde estoy porque es aquí donde Dios quiere que esté. Antes de que me pidieran asumir este cargo, jamás me habría imaginado como secretario de un obispo. Esto no era lo que yo quería. Sin embargo, esto es lo que Dios quería para mí, y por eso estaré eternamente agradecido.
Estoy convencido de que los caminos y la guía de Dios en mi vida son mucho mejores que cualquier cosa que yo hubiera elegido. Dios sabe lo que es mejor para mí y para mi salvación, mientras que yo tiendo a juzgar según mi pobre experiencia y mis deseos personales.
He tenido la bendición de ver cuán emocionada se pone la gente cuando el Obispo Martin llega a sus parroquias. Las reacciones varían. Nuestros feligreses hispanos tienden a ser más expresivos, y la mayoría quiere tomarse una foto con el obispo. Nuestras comunidades vietnamitas disfrutan darle flores y comida. La comunidad anglosajona es un poco más formal y aprovecha la ocasión para presentar cartas o regalos personales.
He visto a personas llorar al escuchar el mensaje de esperanza del Obispo Martin y al presenciar el cuidado que demuestra. Vi esto de forma muy clara cuando viajamos a las zonas afectadas por la tormenta tropical Helena, y él se involucró ayudando a entregar suministros, escuchar y consolar a quienes acababan de perderlo todo. También creo que la presencia del obispo inspira y desafía a muchos a seguir a Cristo de una manera más personal.
En mi camino con nuestro obispo, una de las preguntas que más me hacen es: ¿Cómo es trabajar con él todos los días? Definitivamente no es un día común en una parroquia, escuela o ministerio universitario. Algunos días son largos y agotadores, otros son mucho más tranquilos, pero nunca hay dos días iguales.
Hay una cierta confianza que ambos debemos tener el uno en el otro. Al principio estaba nervioso y trataba de entender cada nueva actividad a la que asistíamos. Creo que con el tiempo hemos aprendido a comunicarnos mejor y a anticipar las necesidades de cada situación. Aprender a leer sus gestos, expresiones faciales y lenguaje corporal a veces me hace sentir como un agente secreto.
Una de las mejores partes de mi ministerio ha sido conocer a mis hermanos sacerdotes de una manera más personal. Otra ha sido conocer la diócesis y sus comunidades a un nivel completamente nuevo y desde una perspectiva más profunda: aprender sobre la geografía, las necesidades de los feligreses, la complejidad de la comunicación e incluso las quejas. Pero lo mejor de todo es recibir el amor y el apoyo de todas las personas de buena fe en nuestra diócesis.
No puedo evitar sentirme como Bernabé o Silas cuando acompañaban a San Pablo en sus viajes para visitar a las comunidades. No eran los protagonistas, sino simplemente un apoyo espiritual, emocional y personal para su querido compañero. También me gusta pensar que, como San Pablo, estoy aprendiendo a estar contento en todas las situaciones de la vida (Filipenses 4:11-13).
Aún queda mucho por aprender, pero me siento confiado en que Dios me dará lo necesario para continuar mi ministerio de la mejor manera posible.
El Padre Juan Miguel Sánchez es Secretario Sacerdotal del Obispo Michael Martin.