Este es el único santo al cual se le celebra la fiesta el día de su nacimiento.
San Juan Bautista nació seis meses antes de Jesucristo
El capítulo primero del evangelio de San Lucas nos cuenta de la siguiente manera el nacimiento de Juan: Zacarías era un sacerdote judío que estaba casado con Santa Isabel, y no tenían hijos porque ella era estéril. Siendo ya viejos, un día cuando estaba él en el Templo, se le apareció el ángel Gabriel de pie a la derecha del altar y le anunció que su mujer iba a tener un hijo, a quien pondrá por nombre Juan, que “será lleno del Espíritu Santo, y convertirá a muchos para Dios”.
Seis meses después, el mismo ángel se apareció a la Santísima Virgen comunicándole que iba a ser Madre del Hijo de Dios, y también le dio la noticia del embarazo de su prima Isabel.
De la infancia de San Juan nada sabemos. Tal vez, siendo aún un muchacho y huérfano de padres, huyó al desierto lleno del Espíritu de Dios porque el contacto con la naturaleza le acercaba más a Dios. Vivió toda su juventud dedicado nada más a la penitencia y a la oración.
Como vestido sólo llevaba una piel de camello, y como alimento, aquello que la Providencia pusiera a su alcance: frutas silvestres, raíces, y principalmente langostas y miel silvestre. Solamente le preocupaba el Reino de Dios.
Cuando tenía más o menos treinta años, se fue a la ribera del Jordán, conducido por el Espíritu Santo, para predicar un bautismo de penitencia. El Espíritu Santo le dijo que vería al Mesías en el Jordán, y le dio esta señal para que lo reconociera: “Aquel sobre quien vieres que me poso en forma de paloma, Ese es”.
Se puso a predicar a la gente diciendo: “Haced frutos dignos de penitencia y no estéis confiados diciendo: Tenemos por padre a Abraham, porque yo os aseguro que Dios es capaz de hacer nacer de estas piedras hijos de Abraham. Mirad que ya está el hacha puesta a la raíz de los árboles, y todo árbol que no dé buen fruto, será cortado y arrojado al fuego”, por lo que pedía que quien tenga dos túnicas que reparta con quien no tenga ninguna”.
“Yo los bautizo con agua para moverlos a la penitencia; pero el que ha de venir después de mí es más poderoso que yo, y yo no soy digno ni siquiera de soltar la correa de sus sandalias. Él es el que ha de bautizarlos en el Espíritu Santo”.
Por este tiempo llegó Jesús de Galilea al Jordán en busca de Juan para ser bautizado. Juan se resistía a ello diciendo: “¡Yo debo ser bautizado por Ti y Tú vienes a mí! A lo cual respondió Jesús, diciendo: “Déjame hacer esto ahora, así es como conviene que nosotros cumplamos toda justicia”.
Al momento de salir del agua, y mientras hacía oración, se abrieron los cielos y se vio al Espíritu de Dios que bajaba en forma de paloma, oyéndose una voz del cielo que decía: “Este es mi Hijo muy amado, en quien tengo todas mis complacencias”.
Herodías era la mujer de Filipo, hermano de Herodes. Herodías se divorció de su esposo y se casó con Herodes, y entonces Juan fue con él y le recriminó diciendo que no te era lícito tenerla por mujer.
Herodes, instigado por la adúltera, puso preso a Juan. Herodías odiaba a muerte a Juan. Cuando llegó el cumpleaños de Herodes se celebró un gran banquete, y al final entró la hija de
Herodías que bailó en presencia de todos, agradando al propio Herodes.
Entonces el rey juró a la muchacha: “Pídeme lo que quieras y te lo daré, aunque sea la mitad de mi reino”.
Ella salió fuera y preguntó a su madre: “¿Qué le pediré?” La mujer le contestó: “Pídele la cabeza de Juan el Bautista”. La muchacha entró de nuevo y en seguida dijo al rey: “Quiero que me des ahora mismo en una bandeja la cabeza de Juan el Bautista”.
El rey vio su error, y se puso muy triste porque temía matar al Bautista; pero a causa del juramento, no quiso desairarla.
Llamando a su guardia personal, ordenó que fuesen a la cárcel, lo decapitasen y le entregaran a la muchacha la cabeza de Juan en la forma que ella lo había solicitado.