Noviembre es uno de mis meses favoritos en la Iglesia, especialmente porque celebramos la fiesta de Todos los Santos, el primero de Noviembre, y el Día de los Difuntos, el dos de Noviembre. Ambas fiestas son una excelente oportunidad de recordar y celebrar las vidas de nuestros santos favoritos, recordar a nuestros seres queridos, amigos y familiares que ya han fallecido.
Tradicionalmente, Noviembre es el mes que la Iglesia dedica a todos los Fieles Difuntos, también conocidas como las Almas del Purgatorio. Estas son personas que han muerto en la gracia de Dios, pero están siendo purificadas por completo en el Purgatorio antes de poder vivir en la presencia de Dios. Después, cuando Dios decida, eventualmente gozarán de la recompensa celestial por toda la eternidad. En otras palabras, el Cielo con la Santísima Trinidad, y con todos los ángeles y los santos por los siglos de los siglos.
San José es el santo patrono de una muerte digna porque, de acuerdo a la Tradición de la Iglesia, José murió en compañía de Jesús y María antes de que Jesús comenzará su misión apostólica. Es por eso que siempre es bueno tener una devoción a San José, para que él interceda, junto con la Virgen María, “ahora y en la hora de nuestra muerte, amen.” San José también es el Campeón de las Almas del Purgatorio. Estas Almas no pueden orar por ellas mismas, pero si pueden interceder por nosotros aquí en la tierra. El orar por las Almas del Purgatorio es una devoción poderosísima porque ellas están literalmente a la merced de la misericordia de Dios, y dependen de nuestras oraciones por ellas para precipitar su ascenso al Cielo. Las Almas del Purgatorio oran por nosotros al ser ellas purificadas, y una vez que suben al Cielo, continúan orando por nosotros. Solo sabremos cuantas almas hemos ayudado a salir del Purgatorio después de nuestra muerte si, con el favor de Dios, Nuestro Padre Celestial nos dé la bienvenida a nuestra patria celestial.
Aprovechemos este mes de Noviembre, que la Iglesia dedica a todos los Fieles Difuntos, para reflexionar acerca de nuestra mortalidad. Pidámosle a San Jose, no solo por las Almas del Purgatorio, pero también para que nosotros vivamos una vida digna de una muerte en compañía de Jesús, Maria y José. Si supiéramos que el final de nuestras vidas se acerca, ¿Estamos caminando el camino de ‘Hágase tu voluntad hacia en la tierra como en el Cielo?’
Esta es una pregunta que debemos hacernos cada día porque no sabemos el día, ni la hora en que Jesús nos va a llamar a su presencia para darle cuentas de nuestra existencia.
Que Dios los bendiga.
Rico De Silva es el Especialista de Noticias Hispanas del Catholic News Herald.