Durante el mes de Junio, es muy común que en muchas diócesis del mundo haya ordenaciones sacerdotales y es maravilloso ver cómo jóvenes se consagran a Dios en su total servicio, los cuales al ser consagrados se convierten como regalos para el pueblo de Dios. Les invito a que se tomen el tiempo de asistir a una ceremonia de ordenación o también a la primera Misa de ordenación.
Siempre que vemos a las personas que se consagran, lo primero que pensamos es en las renuncias que tienen que hacer las personas consagradas. De hecho, muchas veces a nosotros los sacerdotes se nos dice: pobrecitos padres, no poder casarse.
He tenido experiencias personales, pero también las he presenciado en otras familias, que en cuanto el hijo o hija hablan de consagrarse a Dios, los padres de familia se oponen completamente pues siempre piensan en que sus hijos no se van a casar o terminar alguna profesión.
Hablemos mejor de las bendiciones que recibimos, y no solo de las renuncias que van implícitas.
- El mismo llamamiento de Dios es ya una gracia. Entre los miles de hombres que hay en el mundo, Dios puso su mirada en la humildad de su siervo. Lo llama de entre los hermanos para darle toda la posibilidad de ser formado, entrenado, santificado. Y podemos poner una serie de adjetivos más que el Señor hará con aquel que ha llamado.
- Nos hace caminar con Él, es decir, nos hace sus discípulos por varios años antes de enviarnos. La etapa de la formación de un sacerdote es hermosísima, llena de retos y cosas que cumplir en el orden humano y espiritual.
- La gracia sacerdotal de la ordenación es algo inmenso. Primero que nada, es un sacramento, confiere la gracia de poder consagrar el pan y el vino en el Cuerpo y Sangre de Cristo, perdonar pecados, dar el bautismo a los niños, guiar y enseñar a los fieles y tantas otras cosas más.
- Los consagrados son un don para la Iglesia. Cada uno de ellos va colaborando con Cristo, movidos por el Espíritu Santo, a la expansión del reino de los cielos.
- La familia va recibiendo muchas gracias por la ordenación sacerdotal. Me refiero sobre todo en el orden de la fe, poco a poco la semilla de eternidad va germinando en el corazón de muchos parientes, sobre todo si el sacerdote es una persona que va dando testimonio de su alegría.
- El sacerdote es un profesional en la vida espiritual, cada día sabe que se levanta siendo del Señor, va llevando su vida de acuerdo al Señor, tiene que preparar su homilía con la Palabra del Señor, lo cual le hace tener contacto con la palabra diariamente, celebra la Misa y en sus manos tiene a Dios, lo comulga diariamente, etc.
Ojala que durante este mes de junio, podamos ver toda la grandeza del Sacramento del Orden Sacerdotal y promovamos las vocaciones en nuestras casas, hablándoles a nuestros jóvenes no solo de las renuncias sino sobre todo de las grandezas de este grandioso sacramento.
El padre Julio César Domínguez es vicario apostólico del Ministerio Hispano de la Diócesis de Charlotte.