Queridos hermanos en Cristo. Ante todo, ¡Feliz Pascua de Resurrección!
Espero en Dios que la celebración anual de la pasión, muerte y Resurrección del Señor hayan llenado de mucha fe, esperanza y caridad sus corazones y que un gran entusiasmo por vivir nuestra vida cristiana haya despertado en todos esos corazones que han gritado: ¡Hosanna al hijo de David, bendito el que viene en el nombre del Señor! y también ¡Jesucristo ha resucitado, en verdad resucitó!
En nombre de mi Obispo, Reverendísimo Peter Jugis, de toda la cancillería, de nuestros párrocos y del Ministerio Hispano, queremos darles las gracias a todos ustedes por haber hecho tan especiales estos días de Semana Santa que hemos pasado juntos.
Es una alegría ver como la gente tiene hambre y sed de Cristo. Aún con todas las medidas de prevención que todavía tenemos por el virus, ustedes nos han demostrado su gran amor por Nuestro Señor, y han venido en grandes muchedumbres en todos los días santos.
La virtud de la fe es la que los ha movido a eso, y me alegro demasiado pues es Dios quien nos da este maravilloso don de la fe, moviendo los corazones a seguirlo como la máxima razón de nuestra vida, y eso queridos hermanos es un don inigualable y supremo.
Esta respuesta de fe anima nuestra esperanza, pues podemos ver como la Iglesia de Jesucristo sigue viva y que nada podrá destruirla ni desanimarla. Nuestros párrocos una vez más han visto que la gente tiene necesidad de Dios, y eso nos llena de una profunda alegría y amor. Les invito a dejar inundar su corazón de esa alegre esperanza que nos lleva siempre a la acción.
Esta acción de la que hablo viene traducida fuertemente en la caridad, una caridad que se expresa en un profundo amor y devoción a Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. Una caridad que brotando del corazón del resucitado se extiende a todos nuestros hermanos en nuestra Iglesia, en nuestras parroquias, en nuestros hogares y en nuestros lugares de misión, tales como nuestros trabajos, nuestras escuelas y nuestras relaciones sociales.
Como en muchas ocasiones, nuestro Obispo nos ha dicho, sobre todo en los Congresos Eucarísticos, que el mundo necesita a Cristo. Una verdad que en esta semana quedó plasmada en todas nuestras parroquias y que es una verdad que se extiende a todo el mundo. Así mismo, nosotros nos debemos sentir interpelados por Dios, para que la fuerza de la celebración de los misterios pascuales nos lance al mundo a proclamar a Cristo, tal como lo hicieron los discípulos de Emaús después de haber tenido la experiencia de encuentro con el resucitado.
Bendiciones a todos ustedes y ¡feliz Pascua de Resurrección!
El Padre Julio Dominguez es director del Ministerio Hispano de la Diócesis de Charlotte.