Recientemente he visto algo que me parece bastante alarmante y preocupante y que ha atraído la mirada de miles de personas por la difusión en los medios de comunicación.
El hecho de que miles de personas se manifiesten pidiendo justicia por la muerte de un ser humano me parece genial, lo que me parece incomprensible es que se delinee solo una parte de los seres humanos y se olvide en su totalidad al común denominador que sería la persona humana en cuanto tal.
Si reflexionamos un poquito, el valor de la persona humana es majestuoso. La persona humana en cuanto tal es querida y formada por Dios, a su imagen y semejanza, creada por amor y en el amor y por voluntad divina traída al mundo. Por ende, la gran dignidad de todo ser humano radica en que es criatura querida por Dios.
La Iglesia afirma que toda persona humana partiendo de su ser tiene una dignidad querida por su Creador desde el momento de su concepción hasta el último suspiro en la separación de cuerpo y alma. Y es esto lo que debemos nosotros como católicos creer y proclamar con fe firme pues es la doctrina de nuestra Iglesia basada en la revelación.
En la actualidad estamos enfatizando mucho las razas, las culturas, el color de piel y los estatus sociales a tal manera que queriéndolo o no estamos dividiéndonos cada vez más. Si viéramos más el querer de Dios que nos invita a la unidad en vez de enfatizar las diferencias podríamos trabajar mejor en el rescate del respeto humano. Pienso que el Evangelio de San Juan C. 17 nos enseña esta voluntad de Dios.
La misma naturaleza en sí nos anima a ver la unidad en la diversidad y lo maravilloso que es nuestro Creador al hacernos a cada uno de nosotros únicos e irrepetibles, y sin embargo, con la misma dignidad humana. Soy un contemplativo de la naturaleza y siempre me encanta ver a las creaturas y encuentro siempre en ellas una enseñanza de su divino Creador. Durante el verano, por ejemplo, podemos ver los grandes jardines que se hacen y la multitud de plantas y flores que se ponen; desde plantas muy coloridas y grandes a plantas muy pequeñas pero muy hermosas. Desde flores grandes y brillantes a florecillas insignificantes, pero tan llenas de alegría. En el panorama de la vida no vemos simplemente la diversidad de plantas que están en el jardín sino el conjunto y la belleza que estas forman al estar todas juntas adornándolo.
De la misma manera tenemos que darnos cuenta de que Dios ha querido hacer lo mismo con los humanos. A unos nos hizo blancos, a otros cafecitos, a otros negros, a otros amarillos y rojos y el Señor recrea su mirada en cada uno de ellos. El Señor quiso hacer a unos muy altos, a otros estatura media, a otros muy chaparritos y aún a otros enanitos, el Señor recrea su mirada en cada uno de ellos. El Señor quiso dar a algunos inteligencia brillante, a otros muchas habilidades, a otros grandes virtudes, a otros ser capaces de hacer cosas manuales increíbles, a otros el ingenio de crear cosas nuevas, a otros la habilidad de los números o deportes y así podría decir los muchos talentos y dones que el Señor nos ha dado y el Señor recrea su mirada en cada uno de ellos.
¿Qué quiero decir con esto? Quiero decir que el Señor ha querido nuestra diversidad, pero siempre formando una verdadera unidad. Si todos los seres humanos viéramos a nuestros hermanos con los ojos de Dios, nos alegraríamos de nuestras diferencias y veríamos que, así como estamos, somos interdependientes unos con otros. En la visión de Dios no existe que estemos dividiéndonos más y más con injusticias e ideologías y mucho menos que estemos apoyando este tipo de división. Debemos orar con Cristo, nuestra Cabeza, al Padre de los Cielos que seamos uno como Él y su Padre en comunión del Espíritu Santo son Uno.
La gran ruptura del mundo actual no es una raza o clase privilegiada, sino la pérdida del sentido de la persona humana, porque si nos vamos seccionando que tal raza, color o estatus importa más que otros, tendríamos que los miles de nonatos abortados estarían exigiendo que ellos también importan. Los miles de ancianos descuidados por nosotros y sometidos a la eutanasia estarían manifestándose por su vida gritando que también ellos importan, los miles de hispanos sometidos a situación de trabajo bastante precarios estarían manifestándose y gritando que también ellos importan, doctores y enfermeras que tienen que poner su vida en riesgo para salvar otras vidas estarían gritando que también sus vidas valen y así podría nombrar a muchos otros. Aquí no se trata tanto de resolver una injusticia (que no existiría si valoráramos a cada uno por lo que es), sino de valorar mas a la persona humana y ver su dignidad tal cual Dios quiso hacerla, no importando su raza, color o condición social.
Padre, que sean uno como Tu Y Yo somos Uno (Jn 17).
El Padre Julio Dominguez es director del Ministerio Hispano de la Diócesis de Charlotte. Puede seguir sus mensajes en vídeo en la página de YouTube de la Diócesis de Charlotte.