Es un tiempo especial de preparación espiritual para el nacimiento de Nuestro Divino Redentor.
Inicia el fin de semana después de la festividad de Cristo Rey del Universo, dando comienzo al nuevo año litúrgico.
El adviento tiene una doble finalidad: es un tiempo de preparación para recordar y celebrar con solemnidad el Nacimiento del Mesías o Salvador prometido, es decir, conmemorar la primera venida de Nuestro Señor Jesucristo a la humanidad; pero también es un tiempo para dejar que nuestros corazones y mentes sean guiados a la preparación para la Segunda Venida de Nuestro Señor, para estar siempre alertas y atentos al momento glorioso de su segunda venida.
Los cristianos lo consideramos como un tiempo de oración y reflexión en vigilante espera de la llegada de Cristo. Es un llamado al arrepentimiento, al perdón y a la alegría, por eso el color litúrgico para el adviento es el morado o violeta. Este color simboliza preparación espiritual y penitencia. El uso opcional del color rosa en el tercer domingo de adviento simboliza un alto al rigor penitencial y expresa alegría o gozo por la cercanía de la solemnidad de navidad.
Durante este tiempo se omite el canto del gloria los domingos en la Santa Misa, debido a que se recomienda sencillez y moderación en el uso del órgano y los demás instrumentos musicales. De este modo, al llegar la celebración de la Navidad se la puede resaltar con la música litúrgica.
De igual manera se tienen como práctica común no colocar flores o decoraciones en la iglesia, a no ser que vaya en sintonía con el sentido y carácter del adviento. Y si se hace, debe ser con moderación.
Pero esto, que es solo la preparación externa en nuestras parroquias, es una invitación para hacer lo mismo en nuestras vidas. Es un llamado a que nos desprendamos de todo aquello que sea una atadura, distracción u obstáculo en nuestro encuentro con Jesucristo el Señor.
El adviento es nuestra preparación para celebrar la encarnación del Hijo de Dios, donde Cristo, Dios y Señor, Evangelio o Buena Nueva, se encarna para redimir al género humano. Y nosotros ahora, en respuesta agradecida a tan generoso acto salvífico, estamos llamados a preparar en nuestras personas un lugar para que nazca o renazca Jesucristo Redentor y así transmitir su presencia al mundo en el que vivimos.
Que este adviento no sea una temporada más del año en curso, sino que sea un tiempo especial de apertura de nuestros corazones y almas a la llegada de Jesucristo que quiere hospedarse en nosotros. Y que si hay que hacer algún sacrificio, o es necesario enderezar algo en nuestras vidas para preparar el corazón y el alma, no dudemos en hacerlo. Esa será la decoración más hermosa de navidad para celebrar su nacimiento.
Que la presencia de Cristo habite siempre en nosotros. Bendiciones.
El Padre Fidel Melo es director del Ministerio Hispano de la Diócesis de Charlotte.