Y a desde los tiempos del pueblo de Dios en Egipto aparece la justicia social como un tema que claramente es abordado por Dios Padre en favor de su pueblo.
El libro del Éxodo narra, como evento central en sus escritos, los actos de opresión, esclavitud y genocidio que el pueblo de Dios encontró en su estancia en Egipto. Y como Dios, con mano poderosa por medio de Moisés, los liberó y condujo por el Mar Rojo y el Monte Sinaí, donde estableció con ellos una alianza por medio de los Diez Mandamientos.
Desde ese momento podemos ver que Dios no es indiferente ante la opresión del que está en desventaja y sufre injusticia.
Dios libera a su pueblo de la opresión que sufre a manos de otra nación, pero da una fuerte advertencia para que este mismo pueblo no cometa injusticias similares con otros pueblos y entre ellos mismos.
“Y al extranjero no engañarás ni angustiarás, porque extranjeros fuistes en la tierra de Egipto” (Ex 23,11). “A ninguna viuda ni huérfano afligirás, que si tú llegas a afligirle y él a mí clamare, ciertamente oiré su clamor y mi furor encenderé” (Ex 23, 22-14).
Así, podemos descubrir que, desde bien pronto en las Sagradas Escrituras, Dios mismo aparece actuando con poder contra la injusticia social.
También podemos ver que en la historia del pueblo de Israel, entre ellos mismos hubo opresión y corrupción en detrimento de los menos afortunados.
Me refiero a los tiempos del profeta Amós, quién fue llamado por Dios para reprochar a su pueblo las injusticias y corrupción contra el necesitado. Esto hace de Amós el profeta “campeón de la lucha contra la injusticia social” en el Antiguo Testamento.
“Escuchen esto los que buscan al pobre para arruinarlo... los que disminuyen las medidas y aumentan los precios, alteran las balanzas, los que obligan a los pobres a venderse; por un par de sandalias los compran…. el Señor, gloria de Israel, lo ha jurado: no olvidará jamás ninguna de estas acciones” (Amós 8, 4-7).
El Nuevo Testamento es también muy claro en cuanto a este tema y definirá la benignidad de una persona como: el que es justo y temeroso de Dios y no abandona a sus hermanos en necesidad.
Nuestro Señor Jesucristo lo muestra en el evangelio de Lucas, en la historia del rico y el pobre Lázaro, donde queda claro que la indiferencia ante el dolor y necesidad de otros tiene consecuencias graves.
Es importante entender que tener bienes materiales no está mal. Lo malo es, cuando teniendo la oportunidad de hacer el bien, se decide ser indiferente al dolor y la necesidad de los demás. También es malo cuando por ambición desmedida se toma ventaja del necesitado para acumular riquezas en una relación laboral injusta.
Mirando épocas más recientes, con la era industrial aparece marcadamente la relación capital y trabajo, empleador y trabajador, provocando nuevos retos en la relación obrero patronal.
Por ello, el Papa León XIII publica la encíclica Rerum Novarum abordando el tema de los derechos y responsabilidades de empleador y obrero, buscando equilibrio en esta relación y previniendo contra la injusticia entre el que posee el capital y el que ofrece la fuerza laboral.
El tema es de mucha actualidad y, como buenos cristianos, debemos establecer una sociedad en donde la economía esté al servicio del ser humano y no el ser humano esclavizado a la economía.
En un mundo tan materializado como el nuestro, las personas tienden a esclavizarse a uno o dos trabajos, de tal manera que pierden la maravillosa oportunidad de la vida familiar y, algo muy importante hoy día, se deja en un último plano la relación con Dios. Y sin Dios, este mundo y esta vida pierden sentido, se pierde la calidad humana y la caridad cristiana.
El místico español San Juan de la Cruz solía decir que “en la tarde de nuestras vidas seremos juzgados en el amor”.
Que Dios nos conceda siempre mirar más allá de nuestras propias necesidades y no esperar a que sólo los que tienen mucho hagan obras buenas. Al fin y al cabo “da el que tiene buena voluntad no el que le sobra riqueza” (frase que escuché a una señora latina que conozco desde mis primeros viajes a Carolina del Norte). Y esto también es justicia social.
Bendiciones a todos.
El Padre Fidel Melo es el director del Ministerio Hispano de la Diócesis de Charlotte