Cuando al inicio de este año litúrgico fue nominado este como "El Año de la Misericordia," recuerdo perfectamente los comentarios y los proyectos que se proponían para recibir el perdón y la misericordia de Dios, que durante este año estaría al alcance de cada católico en cada rincón del mundo.
Nosotros, los de nuestra área, nos sentimos muy agradecidos y entusiasmados con la gran noticia. Se iniciaron entonces, los planes en cada lugar y en cada ministerio para peregrinar e ir a buscar y recibir desesperadamente la misericordia, y más aún, la Indulgencia Plenaria que nos será otorgada para utilizarla en nuestro viaje de este mundo.
Por mi parte, como todos, hice muchos planes para sentir la misericordia ingresando por la Puerta designada para ello, cumpliendo con los requisitos como los sugirió el Papa Francisco --- confesión, Comunión, actos de misericordia y de amor. Hable con mucha gente, puse fechas para ir en grupo, hice muchas llamadas, y para sorpresa mía, católicos, creyentes y practicantes, igual que yo, siempre me propusieron esperar para después y yo no sé por qué no iba sola. A lo mejor, tenía miedo. O, a lo mejor, creía que algo me podría pasar, no lo sé, pero no iba sola.
Gracias a Dios, el Domingo de la Divina Misericordia, al salir de la Misa, comenzaron los saludos y las pequeñas charlitas, antes de partir. En ese momento, salta nuevamente la idea de ir hacia la Catedral de St. Patrick en Charlotte, y cruzar la Puerta de la Misericordia. Finalmente. Seis personas, incluyéndome a mí, partimos hacia la Catedral. Fuimos en dos autos con un gran entusiasmo, y apenas llegamos, rápidamente cruzamos la Puerta. Pero, nada, éramos los mismos, y no sentimos ninguna diferencia. Parecía que no habíamos recibido nada!
El sacerdote estaba revisando algunas cosas dentro de la iglesia, lo interrumpí y le pregunte por la Puerta de la Misericordia. Entonces, él me dio las pautas necesarias para cruzar la Puerta de la Misericordia.
Salí, me preparé y abrí la puerta, pasé debajo del arco y sentí, recibí, encontré lo que había ido a encontrar. Decidí volver a cruzar la Puerta. Quería estar segura y no pasar por loca al contarle a los demás. Compartí con las otras cinco personas del grupo, y repetí las indicaciones del Padre. Ellos lo hicieron, y todos sentimos, recibimos y nos quedamos allí más de tres horas; totalmente seducidos por ¡El amor, el perdón y la misericordia de Dios Todopoderoso!
Es muy importante compartir lo siguiente: Después de ese primer día, he vuelto muchas veces sola, y acompañada también. Siempre regreso de la Catedral cargada de lo que el Señor me da. Él es muy misericordioso, y especialmente amoroso, no pido milagros ni nada, solo recibo; recibo mucho.
La pena es que, aunque he ido varias veces a diferentes horas, siempre encuentro lo mismo: Al Señor solo allí; esperándonos. No entiendo. ¿Qué es lo que pasa? ¿Por qué no vamos, y hacemos el peregrinaje para recibir la misericordia de Dios en este Año de Jubileo? Aún hay tiempo de hacer peregrinaciones en grupos, por ministerios, por grupos de amigos, por familias para recibir el maravilloso amor de Dios.
No debemos dejar pasar esta oportunidad. No sabemos si viviremos para que tengamos una gran oportunidad como la tenemos hoy aquí en nuestra diócesis, cerca de nuestra casa. No necesitamos hacer una peregrinación larga, lejana y costosa. Lo tenemos todo acá, cerca por el amor que Él nos da.
Hermanos y hermanas, los invito para que lleguen y espero un comentario de ustedes para iniciar esta campaña de activar a nuestra colonia Hispana a que nos atrevamos a recibirlo a Él que allí nos está esperando.
"Por su dolorosa Pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo entero."
Que Dios les bendiga.
Mariella Buscaglia es miembro de la Parroquia de San Marcos en Huntersville. Buscaglia es una de las coordinadoras del grupo de los Consagrados a Jesús por María de la Iglesia de San Marcos.