Queridos hermanos, el profeta Isaías en el capítulo 9, versos del 2 al 7, nos habla de cómo el pueblo que caminaba en tinieblas vio una gran luz que resplandecía sobre ellos, cómo la luz venció a la oscuridad anunciando la llegada del Mesías representando esa luz que derrotaría a las tinieblas, a la oscuridad.
También el Evangelio de Lucas nos dice que José y María subieron a Belén para empadronarse y sucedió que estando ahí María dio a luz a su primogénito, a Jesucristo el Redentor. Así toma lugar la Encarnación, la Navidad, el nacimiento de Jesús Nuestro Salvador.
Y esa es la invitación en Navidad para todos nosotros: entender que para Dios no hay imposibles, que las épocas de oscuridad, las épocas de depresión, de desgracia, de enfermedad o de calamidad, las épocas de crisis, las épocas difíciles que a veces se tornan tan oscuras que parece imposible que lleguen a un término, tienen un final porque para Dios no hay imposibles.
Uno de los mensajes navideños más hermosos, aparte de este mensaje de amor, de cariño, de afecto que nos trae siempre la espiritualidad navideña, es la enseñanza de que para Dios no hay imposibles, que para Dios nada se le resiste porque Él es el autor, el arquitecto, el padre de la creación y en sus manos está todo lo que existe.
Como dice San Pablo, en Él todo lo podemos vencer, “todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13).
Así que la invitación es para que nosotros en esta Navidad nos empapemos de esa espiritualidad que viene de Jesucristo Nuestro Señor. Dirigidos por la luz de Cristo llegaremos siempre al final de esos túneles oscuros.
Nuestro reto es aceptar a Jesucristo, dejar que nazca en nuestros corazones. Si hay desesperación, que nazca como una luz de esperanza; si hay odio, resentimiento, coraje o animosidad, dejar que nazca como una suave brisa de paz en nuestro corazón. Si hay injusticia en nuestra sociedad, en nuestra familia o con otras personas, invoquemos a Cristo, justicia de Dios, justicia del necesitado.
Que en los muros, las barreras del odio, la división, la injusticia y la violencia se vean vencidos por la paz, la armonía, la unidad que encontramos en el amor de Jesucristo que recibimos en esta Navidad.
Hay que dejar que Él vaya renaciendo en nuestra vida, iluminando, sanando con su gracia y presencia todas esas dimensiones que pueden estar necesitando de esa luz y bendición de Jesucristo.
Que esta navidad nos brinde la oportunidad de vencer todos esos obstáculos que nos impiden llevarnos mejor como familia, como individuos, como sociedad. Que nos ayude a vencer el pesimismo, vencer el negativismo que a veces puede apoderarse de nosotros.
Dios bendiga, que tengan una maravillosa Navidad junto a la familia.
El Padre Fidel Melo es el director del Ministerio Hispano de la Diócesis de Charlotte.