Finalmente ha llegado el momento que hemos estado esperando toda la Cuaresma, y especialmente desde que comenzó la Semana Santa. Después de cuarenta días de ayuno, de no comer carne, de oración intensa, después de los últimos tres días en los que nos hemos enfocado en la cruel tortura y muerte de Cristo en la Cruz, ya vemos porque pasó lo que pasó.
Hoy, sábado en la noche, celebraré en mi Parroquia de St. Mary’s la Vigilia Pascual. La liturgia, como se celebra todos los años, comenzará en la oscuridad. Esta oscuridad es para hacernos recordar la oscuridad que cubrió toda la tierra cuando Cristo murió. Esta oscuridad también sirve para hacernos recordar la oscuridad en la cual vivíamos a causa de nuestros pecados. La oscuridad del pecado que nos había separado de la gloria original, en la cual habíamos sido creados por Dios. La oscuridad del pecado que cegó nuestro intelecto, he ocasionó que siguiéramos nuestros propios caminos, en vez de seguir el camino que da vida, el camino de Dios.
Y de repente, la luz brilló en la oscuridad. Una luz singular que penetró la oscuridad. Una sola luz de una sola vela, y después esa vela enciende otra vela, hasta que toda la iglesia queda encendida de velas cuando tengamos la Vigilia esta noche. Una luz que proclamaremos esta noche como “Lumen Christi” “La Luz de Cristo,” iluminando y penetrando a través de la oscuridad de nuestros pecados. La Luz de Cristo ilumina y destruye la oscuridad en todo lugar en que entra, e iluminando los errores en nuestros caminos para que podamos entonces ver claramente el camino que Dios ha preparado para nosotros.
Esta luz es la luz que proviene de Cristo Resucitado. La Luz de Cristo es la única luz verdadera. La única luz que puede destruir para siempre la oscuridad del Enemigo, la oscuridad en la que nos encontramos a causa de nuestros pecados.
Recibimos la Luz de Cristo por primera vez cuando fuimos bautizados, momento en el que nos convertimos en miembros del Cuerpo de Cristo. Durante el Bautizo, morimos a nosotros mismos y al pecado, y salimos de las aguas bautismales a la nueva vida en Cristo. La llama de esta luz se mantiene encendida en nosotros por los sacramentos de la Confesión, por medio del cual somos restaurados en el amor y en unión con Dios, y también en la Santísima Comunión, por medio de la cual, recibida dignamente, entramos en una unión profunda con Cristo al consumir su Cuerpo y su Sangre.
Estos sacramentos son los regalos del Cristo Resucitado a su Iglesia, su regalo para nosotros. Estos sacramentos son también nuestra principal conexión a la muerte de Cristo, y también a su gloriosa Resurrección. Estos sacramentos son la manera principal como la Luz del amor de Dios se enciende e inflama dentro de nosotros.
Durante la Vigilia Pascual esta noche, Cristo resucita de la muerte después de haber sufrido y muerto por nuestras ofensas. Cristo resucita triunfante sobre la muerte y sobre los pecados del mundo que lo llevaron a morir. Si hemos sufrido con Cristo, nosotros también compartimos su victoria sobre el pecado y la muerte, y nosotros también resucitamos gloriosos con Jesús.
Entonces, hermanos y hermanas, regocijémonos esta noche de Vigilia Pascual, y en todo día y noche de este tiempo de Pascua. Celebremos con gran devoción y amor todo lo que el Señor ha hecho por nosotros. Y tratemos, con la ayuda de su gracia, ganada en la Cruz, de vivir nuestras vidas siempre con gratitud y aceptando humildemente su misericordia y amor divino.
Que Dios los bendiga.
El Padre Joshua A. Voitus es el Párroco de la Iglesia Saint Mary, Mother of God, en Sylva, NC. El Padre Voitus celebra Misa de Vigilia Dominical en español todos los sábados a las 8 p.m.