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040923 easter popeCIUDAD DEL VATICANO — En una radiante mañana de primavera, el Papa Francisco rezó para que los cristianos experimenten la alegría de la Pascua y permitan que la resurrección de Cristo sea "la luz que ilumina luz que ilumina las tinieblas y las oscuridades que se ciernen tantas veces sobre el mundo".

"Jesús se realizó el paso decisivo de la humanidad: de la muerte a la vida, del pecado a la gracia, del miedo a la confianza, de la desolación a la comunión", dijo el Papa el 9 de abril tras celebrar la Misa matutina de Pascua en la Plaza de San Pedro.

En su mensaje de Pascua, el Papa Francisco rezó por el fin de la guerra en Ucrania y recordó a los cristianos que celebran la Pascua "en circunstancias particulares", mencionando específicamente a Nicaragua, donde el gobierno ha impuesto restricciones a las celebraciones públicas, ha deportado a decenas de sacerdotes y ha encarcelado al obispo Rolando Álvarez de Matagalpa.

Como es tradicional, el Papa Francisco no pronunció una homilía durante la Misa matutina, sino que inclinó la cabeza y observó varios minutos de reflexión silenciosa tras el canto del Evangelio tanto en latín como en griego.

Por trigésimo octavo año consecutivo, floricultores holandeses enviaron al Vaticano 38,000 bulbos en flor: tulipanes, narcisos y jacintos. El regalo floral, arreglado en la plaza por trabajadores holandeses y vaticanos, también incluía 6,000 rosas avalanche, así como cientos de anturios, delfinios y crisantemos. azaleas en flor, hiedra y celosias completaron el jardín de Pascua instalado en la escalinata de acceso a la basílica, en los alrededores del altar y en el balcón de la iglesia.

Unas 45,000 personas asistieron a la Misa matutina en la plaza, según el Vaticano, y a mediodía había cerca de 100,000 personas dentro y fuera de la plaza para el mensaje de Pascua del Papa y la bendición "urbi et orbi" (a la ciudad y al mundo).

El cardenal estadounidense James M. Harvey, arcipreste de la Basílica de San Pablo Extramuros de Roma, estuvo junto al Papa Francisco en el balcón de la Basílica de San Pedro para la bendición, anunciando una indulgencia plenaria disponible para todos los presentes, que escucharan por radio o vieran por televisión o siguieran con "otros medios de comunicación".

Deseando a todos una feliz Pascua, el Papa Francisco oró para que el día marque "un paso de la tribulacióna la consolación" para todos, especialmente "los enfermos y los pobres, para los ancianos y los que están atravesando momentos de prueba y dificultad".

"No estamos solos: Jesús, el viviente, está con nosotros para siempre", dijo. "Que la Iglesia y el mundo se alegren, porque hoy nuestra esperanza ya no se estrella contra el muro de la muerte; el Señor nos ha abierto un puente hacia la vida".

"Sí, hermanos y hermanas, en la Pascua el destino del mundo cambió", dijo, "y en este día, que coincide además con la fecha más probable de la resurrección de Cristo, podemos alegrarnos de celebrar, por pura gracia, el día más importante y hermoso de la historia".

El Papa Francisco señaló cómo los diversos relatos evangélicos de la Pascua mencionan a los seguidores de Jesús corriendo o yendo de prisa para compartir la noticia de su resurrección, espoleados por la alegría y renovados en la esperanza.

"En definitiva, en Pascua el andar se acelera y se vuelve una carrera, porque la humanidad ve la meta de su camino, el sentido de su destino, Jesucristo, y está llamada a ir de prisa hacia Él, esperanza del mundo", dijo el Papa.

Rezó para que todos los pueblos "se apresuren a avanzar en un camino de confianza recíproca: confianza entre las personas, los pueblos y las naciones", superando conflictos y divisiones y abriendo sus corazones a los necesitados.

"Apresurémonos a recorrer senderos de paz y de fraternidad", dijo.

"Ayuda al amado pueblo ucraniano en el camino hacia la paz e ilumina la luz de la Pascua sobre el pueblo ruso", rezó el Papa. "Conforta a los heridos y a cuantos han perdido a sus seres queridos a causa de la guerra, y haz que los prisioneros puedan volver sanos y salvos con sus familias".

"En este día, Señor, te confiamos a la ciudad de Jerusalén, primer testigo de tu Resurrección", prosiguió, añadiendo a su texto preparado su "profunda preocupación" por los atentados ocurridos en Tierra Santa en los días anteriores, que han causado muertos, heridos y un aumento de las tensiones.

Los atentados, dijo, dificultan la reanudación del "diálogo, en un clima de confianza y respeto recíproco, entre israelíes y palestinos, para que reine la paz en la Ciudad Santa y en toda la región".

El Papa también ofreció oraciones especiales por Siria, Líbano, Haití, Túnez, Congo, Myanmar y otras naciones que atraviesan dificultades y disturbios.

Rezó para que Dios "conforte a los refugiados, a los deportados, a los presos políticos y a los migrantes, especialmente a los más vulnerables, así como a todos aquellos que sufren a causa del hambre, la pobreza y los nefastos efectos del narcotráfico, la trata de personas y toda forma de esclavitud".

"Señor," continuó, "inspira a los responsables de las naciones para que ningún hombre o mujer sea discriminado y pisoteado en su dignidad; para que en el pleno respeto de los derechos humanos y de la democracia se sanen esas heridas sociales, se busque siempre y solamente el bien común de los ciudadanos, se garantice la seguridad y las condiciones necesarias para el diálogo y la convivencia pacífica".

— Cindy Wooden, Catholic News Service

 

El Papa en Pascua: Quita la piedra de la tristeza, encuentra al Señor resucitado

040823 vigilCIUDAD DEL VATICANO La Pascua es el momento de "quitar la piedra de los sepulcros en los que a menudo encerramos la esperanza, a mirar el futuro con confianza, porque Cristo resucitó y cambió el rumbo de la historia", dijo el Papa Francisco al celebrar la Misa de la Vigilia Pascual.

"La fuerza de la Pascua nos invita a quitar las lápidas de la desilusión y la desconfianza", dijo el Papa en su homilía de la Misa del 8 de abril. "El Señor es experto en remover las piedras sepulcrales del pecado y del miedo".

La liturgia comenzó en la parte trasera de la Basílica de San Pedro, en lugar del atrio como es costumbre, con la bendición del fuego y el encendido del cirio pascual.

Mientras la procesión se adentraba en la basílica oscura y se encendían las velas del cirio pascual, el diácono Zane Langenbrunner entonó tres veces "Lumen Christi" ("la luz de Cristo"). El diácono, quien es un seminarista estudiando en el Pontificio Colegio Norteamericano, se prepara para la ordenación sacerdotal para ser un sacerdote para la Diócesis de Fort Wayne-South Bend, Indiana.

A pesar del resplandor de las pantallas de los teléfonos móviles, la basílica se fue iluminando cada vez más a medida que las 8,000 personas de la congregación encendían también sus velas.

Una vez que el Papa Francisco estaba en su silla de ruedas, todos los concelebrantes, los monaguillos y dos guardias suizos estuvieron en sus puestos, el diácono Langenbrunner cantó el solemne pregón pascual, el Exsultet.

Durante la Misa, el Papa Francisco bautizó a ocho personas: tres de Albania, dos de Estados Unidos -- Auriea Harvey y Francis X. Phi -- y una persona de Nigeria, una de Italia y una de Venezuela.

Dos diáconos llevaron la pila bautismal hasta el Papa y la sostuvieron frente a él durante el rito para que pudiera bautizar a los hombres y mujeres sin tener que caminar o estar de pie, algo que hace con dificultad.

El Papa Francisco también confirmó a los ocho adultos y les dio su primera Comunión durante la Vigilia Pascual.

Mientras que el Papa Francisco presidió la Misa de dos horas y media, el cardenal Arthur Roche, prefecto del Dicasterio para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, fue el principal concelebrante en el altar.

En su homilía, el Papa se centró en el relato evangélico de las mujeres que acuden a la tumba de Jesús, "con incertidumbre, desorientadas, con el corazón desgarrado de dolor por esa muerte que les había quitado al Amado".

En la vida de fe, dijo, "veces también nosotros pensamos que la alegría del encuentro con Jesús pertenece al pasado, mientras que en el presente vemos sobre todo tumbas selladas: las de nuestras desilusiones, nuestras amarguras y nuestra desconfianza" o de pensar que "las cosas no cambiaran nunca".

La gente se cansa o se siente impotente cuando se enfrenta al mal, o ve que las relaciones se rompen, la injusticia o la corrupción no se controlan, dijo. "Quizá nos hayamos encontrado cara a cara con la muerte, porque nos ha quitado la dulce presencia de nuestros seres queridos o porque nos ha rozado en la enfermedad o en las desgracias".

En estas o situaciones parecidas, nuestros caminos se detienen ante una hilera de tumbas, y nos quedamos allí, llenos de dolor y pesar, solos e impotentes, repitiendo la pregunta: "¿Por qué?", dijo el Papa.

Pero el Evangelio dice que las discípulas de Jesús no se quedaron congeladas ante la tumba. Más bien, dijo, corrieron hacia los discípulos "para proclamar un cambio de rumbo: Jesús ha resucitado y los espera en Galilea".

El Papa Francisco habla a menudo de la llamada posterior a la Resurrección a ir a Galilea. En la Vigilia Pascual, dijo que es una llamada a salir del "cenáculo" donde los discípulos se escondían atemorizados y a emprender una misión.

Pero también es una llamada a los orígenes de su relación con Jesús, porque le conocieron en Galilea y allí comenzaron a seguirle.

La llamada a volver a Galilea, dijo, "nos pide que revivamos ese momento, esa situación, esa experiencia en la que encontramos al Señor, sentimos su amor y recibimos una mirada nueva y luminosa sobre nosotros mismos, sobre la realidad, sobre el misterio de la vida".

Para cada persona, dijo, Galilea "es el 'lugar' en el que conociste a Jesús en persona; donde Él para ti dejó de ser un personaje histórico como otros y se convirtió en la persona más importante de tu vida. No es un Dios lejano, sino el Dios cercano, que te conoce mejor que nadie y te ama más que nadie".

Como ejercicio pascual, el Papa Francisco pidió a la gente que recordara un momento en el que experimentó el amor de Jesús, en el que escuchó que la palabra de Dios le hablaba directamente o en el que sintió "la inmensa alegría" del perdón tras confesarse.

"Cada uno de nosotros conoce dónde tuvo lugar su resurrección interior, ese momento inicial, fundante, que lo cambió todo", dijo el Papa. "No podemos dejarlo en el pasado, el Resucitado nos invita a volver allí´ para celebrar la Pascua. Recuerda tu Galilea, haz memoria de ella".

"Vuelve a experimentar las emociones y las sensaciones", sugirió; "revive los colores y los sabores".

Haciendo rodar "toda piedra de desilusión y desconfianza", dijo el Papa, "que cada uno vuelva a su propia Galilea, la del primer encuentro, ¡y resurjamos a una vida nueva!".

— Cindy Wooden, Catholic News Service