CHARLOTTE — Cientos de católicos de origen hispano, fieles a las tradiciones de sus países de origen, llevaron devotamente las imágenes de sus ‘Niños Jesús’ a las Misas que se celebraron en las parroquias y misiones de la diócesis este dos de febrero, fecha en la que se celebra La Candelaria, la fiesta de la Presentación de Jesús y la Purificación de la Virgen María.
La parroquia Nuestra Señora de Guadalupe, que sirve mayoritariamente a la comunidad hispana de Charlotte, celebró dos Misas, al mediodía y a las siete de la tarde del jueves 2, registrando una gran asistencia en ambas liturgias.
La Misa del mediodía, oficiada por el Padre Leo Tiburcio, párroco, fue asistida por el Diácono Eduardo Bernal, quien ofreció la homilía.
Previo al inicio de la Santa Misa se realizó una procesión con velas encendidas.
En su homilía, el Diácono Bernal señaló que esta fecha, para nuestro pueblo latinoamericano, es muy especial por la ofrenda que han traído al templo “en los niños Dios y en las velas”, que reflejan una “tradición heredada de sus familias, de sus abuelos, de sus padres”, y por la que su Santa Madre Iglesia les dará algo a cambio, “¿y saben que se les dará?, su bendición”, que convierte estas imágenes, estas veladoras y todo lo que llevan en un sacramental, “en un símbolo de la espiritualidad”.
Luego señaló que la fiesta de la presentación, también conocida como Candelaria, refleja la luz de Jesucristo, “que alumbra a las naciones y a la gloria de su pueblo”.
Dijo que el 80% de la humanidad vive en la pobreza, y que esa virtud nos puede ayudar a confiar en la misericordia de Dios.
“En cambio, nosotros no la aceptamos y tratamos de tener más”, convirtiéndonos en máquinas de producir con la ilusión de acumular más y más riquezas a veces innecesarias.
¿Cómo poder hacer nuestra esta virtud de la pobreza? se preguntó el diácono, señalando que la respuesta es seguir el ejemplo de José, María y Jesús. “Reconciliarnos con esa realidad, vivir en paz, siguiendo los ejemplos de pureza”, pobreza y obediencia a Dios.
“Que en el hogar, quien mande, sea Cristo Jesús”, rogó.
Al término de la Liturgia, se realizó la bendición de las velas e imágenes de los Niños Jesús que los fieles presentaron ante el altar.
Refiriéndose a las veladoras, rosarios e imágenes del Niño Jesús invocó, “que estos sacramentales que ahora llevaremos a casa sean para nosotros muestras de tu amor, la luz que nos ilumine en los momentos difíciles de nuestras vida”, pidiendo que el Señor derrame sobre nosotros “la gracia de una mente limpia, un corazón puro y un cuerpo casto”.
— César Hurtado, Catholic News Herald