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013120 dominicansCHARLOTTE — La comunidad dominicana reunió a cientos de católicos en la Iglesia San Gabriel de Charlotte para rendir honores a la Virgen de Altagracia, popular devoción mariana en ese país caribeño.

La fiesta se realizó durante la celebración de la Misa dominical en español, el pasado domingo 19 de enero, que ofició el Padre Fidel Melo, vicario del Ministerio Hispano de la Diócesis de Charlotte.

Una delegación de niños y jóvenes ataviados con trajes típicos abrieron la procesión de ingreso portando dos coches con productos típicos del país y una imagen de la Virgen de Altagracia.

Luego, ya frente al altar, saludaron y se dirigieron a uno de los laterales donde habían preparado un lugar especial para colocar la imagen, a la que se acercó el celebrante para orar momentos antes que de inicio la liturgia.

Durante la homilía, el Padre Fidel destacó el mensaje de las lecturas de esa fecha, “que nos invitan a ser testigos de la presencia de Dios a lugares donde a veces los sacerdotes no pueden llegar”.

Casi al término de la misa, el Padre Fidel dio gracias a la activa participación de la comunidad dominicana, “porque desde que arrancó esta celebración ustedes caminan solos y eso es muy lindo. Soy testigo que con meses de anticipación comienzan con la preparación de la fiesta”. Luego dio paso al relato de la señora Lourdes Páez, natural de Santiago, República Dominicana, quien explicó los orígenes y trascendencia de la veneración mariana.

Historia y significado

Gerónimo Alcocer, historiador, escribió en 1650 que los hermanos Alfonso y Antonio Trejo, hidalgos de Plasencia, España, llevaron el cuadro a La Española, hoy República Dominicana. Los investigadores demostraron que los hermanos vivieron en Higüey, desde 1508. Hay siete u ocho documentos que lo confirman, pero en España no hay ni la más mínima pista de su existencia: es un misterio.

La leyenda cuenta que un hacendado de Higüey, a la vuelta de un viaje a Santo Domingo, compartió su desilusión porque, aunque había encontrado las cintas y botones que le había pedido la hija mayor, no hallaba ni una estampita de la Altagracia que su hija menor quería tanto. Luego apareció un anciano que le entregó un lienzo de la Virgen y sorpresivamente desapareció.

El hacendado llevó el cuadro a su casa y lo colgó en la sala principal. Al día siguiente el lienzo no aparecía. Se lo encontró de nuevo en la copa de un naranjo. En los próximos días se repitió la desaparición una y otra vez. El Antiguo Santuario está construido donde se ubicó el naranjo.

El cuadro cuenta con 62 símbolos diferentes, entre los que destacan la Estrella de Belén (es la Navidad) con ocho puntas (símbolo del cielo) con dos rayos extendiéndose hacia el pesebre: Dios Padre está bendiciendo a su Hijo.

Por encima de la Virgen hay doce estrellas (son las tribus de Israel y, a la vez, los apóstoles de Jesús). María es el puente entre el Antiguo y el Nuevo Testamento.

En la actualidad, casi no existe una familia dominicana en donde no se encuentre un testimonio de la intercesión de Nuestra Señora de la Altagracia.
Particularmente, relató la Sra. Páez, ella misma experimentó la bondad y misericordia de la “Tatica”, como cariñosamente llama el pueblo dominicano a Nuestra Madre.
Cuando se encontraba embarazada y a punto de perder a su hijo, su madre la animó para que asistiera a la novena de la Altagracia.

013120 Dominicans 2Esa noche asistió a misa “desobedeciendo a los médicos y en mi oración de sanación pedí la intersección de la Virgen por mi hijo. El niño que no se movía, esa noche se movió y yo entendí que gracias a ella el niño se estaba salvando”, declaró emocionada.

Domingo Monrobert, dominicano, dijo que desde muy pequeño se le inculcó el amor por esta devoción. “Para mi significa la protección de nuestro pueblo, la santidad. A través de ella comencé a tener conocimiento de la Iglesia Católica y su espiritualidad”.

Explicó que en República Dominicana las celebraciones son “como un toque de queda” porque toda la población participa.

“De niño disfrutaba de la fiesta, de la alegría que se vivía en cada momento. Había mucha comida y mucho baile, que es como celebramos nosotros los dominicanos”, dijo sonriente.

Por ello, al ver que la fiesta se celebra localmente en Charlotte, “siento como si me trajeran un pedazo de mi país, de mi pueblo, acá. Y me siento como si estuviera en el mismo patio, sin tener que ir a ningún lado, entre familia, porque la Virgen nos une a todos. Ya no veo más caras mexicanas, ni ecuatorianas, ni peruanas. Solamente veo caras latinas, dominicanas todas”.

Después de la Misa, se sirvió un compartir en el salón comunitario parroquial. Los asistentes pudieron disfrutar de música y comida típica dominicana.
La feligresa Yazmín Plata informó que con este evento se abrió el ciclo anual de conmemoraciones de advocaciones marianas de 2020. Añadió que se aproximan las fiestas de la Virgen de la Candelaria y de Suyapa, que se realizarán el próximo 2 y 9 de febrero en la parroquia San Gabriel, auspiciados por la comunidad peruana y hondureña respectivamente.

— César Hurtado, Reportero hispano

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