BOONVILLE — El Obispo Peter Jugis se hizo presente el pasado jueves 15 de agosto en la parroquia Divino Redentor de Boonville con el objeto de conmemorar el decimoquinto aniversario de la consagración de esa Iglesia.
Por tal motivo, el Obispo Jugis presidió la celebración de la Santa Misa en homenaje a la fecha, junto a los sacerdotes Eulogio Álvarez, Fidel Melo, Enrique González; la presencia del diácono Michael Langsdorf y la asistencia del seminarista Camilo Salas-Bowen.
En su homilía, el Obispo Jugis repitió las palabras que pronunció en el día de la consagración: “!Oh Dios!, santificador y guía de tu Iglesia. Celebramos tu nombre con alabanzas jubilosas porque en este día tu pueblo quiere dedicarte para siempre, con ritos solemnes, esta casa de oración en la cual se honra con amor, se instruye con tu palabra y se alimenta con tus sacramentos. Te suplicamos pues, Padre Santo, que te dignes impregnar con santificación celestial esta Iglesia y este altar para que sean siempre lugar santo y una mesa siempre lista para el sacrificio de Cristo”.
Luego, explicando el sentido de la frase “alabanzas jubilosas”, el obispo señaló que eso fue lo que escuchó al entrar a Misa esa noche. “Alabanzas jubilosas, con toda la comunidad cantando alabanzas jubilosas a Dios”, precisó.
“!Que bueno es regresar hoy a celebrar, en la solemnidad de nuestra Santísima Madre María, esta casa de oración!, nuestro templo del Divino Redentor, donde se ha celebrado por quince años el amor de Dios y el amor de Dios está todavía presente hoy, la presencia de Jesucristo en la Santa Misa”.
“Que Dios aumente en nosotros su amor que celebramos aquí, porque, como ha dicho San Pablo II, abriendo el corazón al amor de Dios lo abre también al amor de los hermanos y crecemos como comunidad cristiana de fe, de santidad y de amor”, concluyó.
Tras la comunión, junto con toda la comunidad, el Padre Enrique leyó una oración, escrita en español e inglés, en la que se agradeció a Dios las bendiciones, de salud y enfermedad, recibidas durante los quince años y que han “vivido juntos como familia”.
Posteriormente se realizó un convivio en el que se sirvieron platillos y refrescos tradicionales mexicanos, aderezado con la compañía musical de mariachis que amenizó la cena.
Para Jaime Ruiz, uno de los más antiguos feligreses de la parroquia, la comunidad ha crecido muchísimo desde sus orígenes. “Comenzamos con ocho personas y ahora somos una comunidad muy grande, gracias a Dios y a nuestra Madre Santísima”.
Juana Silva de Rodríguez, quien también fue testigo del nacimiento de la parroquia, dijo que la comunidad creció debido al interés de sus feligreses que fueron “llamando de una a una a las familias para que se integren”.
LARGA ESPERA
El 21 de agosto de 2004, tras pocos meses de haber sido nombrado al mayor cargo en la Diócesis de Charlotte, el Obispo Peter Jugis ofició la Misa de Consagración de esa parroquia, después que la feligresía se congregara por dos décadas en una antigua tienda de ferretería y un restaurante.
El edificio de 18 mil pies cuadrados, construído a un costo de un millón y medio de dólares, se concluyó en enero de 2003, por lo que el Padre Fidel Melo comenzó de inmediato a celebrar misas en la nueva iglesia, quedando todavía pendiente la nominación del nombre oficial.
El P. Melo dijo en aquella ocasión que la iglesia fue construida para que los feligreses, en su mayoría mexicanos, se sientan como en casa.
“Tenemos la gran responsabilidad de hacer sentir la fuerte presencia de la iglesia católica, especialmente demostrando nuestra esencia como católicos cristianos”, anotó.
— César Hurtado, Reportero hispano
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