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Delegación de Charlotte vio y escuchó las historias reales de quienes cruzan la frontera

BELMONT - Lideresas locales de las Hermanas de la Misericordia presenciaron de primera mano lo que experimentan las personas que cruzan la frontera de México a Estados Unidos, durante un programa de “Inmersión en la frontera”, realizado en McAllen, Texas, a principios del mes pasado.

042619 border sistersBELMONT - Lideresas locales de las Hermanas de la Misericordia presenciaron de primera mano lo que experimentan las personas que cruzan la frontera de México a Estados Unidos, durante un programa de “Inmersión en la frontera”, realizado en McAllen, Texas, a principios del mes pasado.

El objetivo de estos viajes es crear “Testigos de la frontera” que puedan compartir información sobre la difícil situación de los inmigrantes en la frontera entre Estados Unidos y México y aclarar los titulares de la prensa sobre inmigración, que no siempre cuentan toda la historia, dijo Beth Thompson, escritora/editora del departamento de comunicaciones de las Hermanas de la Misericordia, quien asistió al viaje del 31 de marzo al 4 de abril.

“Nuestro objetivo es cambiar la historia de culpar a la víctima al abordar las causas fundamentales de la migración”, dijo Thompson.

“TENÍA TEMOR DE VIAJAR”

La hermana Phuong Dong, quien sirve en Holy Angels en Belmont, dijo que dudaba en viajar a la frontera, después de haber escuchado historias sobre criminales y actividades criminales que ocurren allí.

“Es un temor que mucha gente tiene”, dijo la hermana Phuong. “Sentí la necesidad de verlo por mi misma. Fue una experiencia emocionante estar con la gente y ver y escuchar por lo que tienen que pasar. Mi corazón se ha conmovido”.

La hermana Phuong dijo que “Testigos de la Frontera” la sacó de su zona de confort, pero que se sintió segura entre las personas que buscaban una vida mejor y apreció escuchar sus historias.

La delegación incluyó a cinco residentes del área de Charlotte: la hermana Phuong, Thompson, Ty Barnes, director de Asociación de la comunidad; Jack Bartley, COO/CFO de la comunidad; y Tanya Pitts, a cargo de los archivos y asociación.

Ellos pasaron un tiempo en ARISE, un ministerio integral que atiende a las mujeres y sus familias en cuatro “colonias” de comunidades inmigrantes en el sur de Texas. ARISE es un ministerio copatrocinado por las Hermanas de la Misericordia y las Hermanas de la Caridad del Verbo Encarnado.

La delegación también se reunió con agentes de la patrulla fronteriza y un abogado en derechos civiles, conoció un proyecto de vivienda asequible basado en “equidad con trabajo”, recorrió una instalación para adolescentes que cruzaron la frontera sin tutores adultos, visitó un centro de descanso y sus integrantes cruzaron la frontera por sí mismos.

Esa fue la parte del viaje que causó el mayor impacto en Barnes, el visitar esas “colonias” y escuchar las historias de quienes esperan recibir asilo en Estados Unidos.

DURO TRABAJO

“Escuchamos sobre un hombre de 80 años que tiene una visa de trabajo. Le pagan $ 3 por cada 100 racimos de cilantro que recoge”, dijo Barnes. “Fue muy conmovedor para mí saber que aún estamos pagando a las personas tan poco dinero en este país por un trabajo tan intenso en mano de obra”. Podría trabajar de sol a sol y, a veces, solo ganar $ 40 por día.

“Al llegar a casa y ver el cilantro en la tienda, me impactó comprender lo que costó que el cilantro pudiera llegar a la estantería de la tienda de comestibles”.

Barnes dijo que viajó con la esperanza de convertirse en una voz que comparta los hechos auténticos de los migrantes que cruzan a los Estados Unidos.

“Creo que los medios de comunicación han hecho el trabajo de retratar a las personas que cruzan la frontera como criminales”, dijo Barnes. “La mayoría solo está buscando una mejor forma de vida, y es su derecho legal hacerlo. Hay muchos conceptos equivocados sobre quienes buscan asilo en nuestro país. Como estadounidenses, creo que debemos respetar lo que acordamos en lugar de criminalizarlo.

EXPERIENCIA PROFUNDA

La delegación también se reunió con la Patrulla Fronteriza de Río Grande y vieron las estadísticas.

“Entre los que cruzan con buenos intereses y los criminales existe una gran disparidad. Pero lo que se informa es lo negativo. Cuando te encuentras y hablas con estas personas, son buenas personas. No tienen antecedentes penales. Están tratando de llegar aquí para tener una mejor forma de vida”, explicó Barnes.

El tráfico de drogas en la frontera está en declive. Thompson dijo que lo pudieron apreciar porque el tráfico ilegal y las ventas de órganos humanos se han vuelto actividades más lucrativas.

El grupo también visitó el centro de descanso administrado por Caridades Católicas en McAllen, Texas, donde los solicitantes de asilo pueden ducharse, recibir ropa limpia, comida y descanso antes de viajar a sus nuevos hogares.

Para ser una instalación que atiende a cientos de personas cada día, dijo Thompson, el centro de descanso estaba tranquilo y en calma.

“Fue toda una experiencia profunda”, señaló. “Para mí, visitar de cerca el Centro de descanso tuvo el mayor impacto. Con solo mirarles sus rostros, ellos son los afortunados. Han llegado tan lejos y tienen un lugar al cual ir en Estados Unidos”.

“Es desgarrador y frustrante lo largo y difícil que puede ser para ellos llegar al punto en el que están aquí. Y está claro que nuestro sistema de inmigración está roto y necesita ser arreglado. Estas personas necesitan nuestra compasión y no nuestro desprecio. Debemos, en cambio, abordar las causas de raíz de la migración”.
El grupo de Charlotte fue una de las dos delegaciones de las Hermanas de la Misericordia que participaron en la experiencia de la frontera el mes pasado. Las Hermanas de la Misericordia han patrocinado una serie de visitas a la frontera entre Estados Unidos y México en los últimos años para llamar la atención sobre las causas fundamentales que impulsan la migración desde Centroamérica y las difíciles condiciones que soportan los migrantes dentro de Estados Unidos.
— Kimberly Bender, Reportera online