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Catholic News Herald

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CHARLOTTE - Al conmemorar la entrada de Jesús en Jerusalén el domingo de Ramos, debemos darle la bienvenida como el rey de nuestras vidas e imitar su ejemplo de amor, dijo el obispo Peter Jugis durante la misa celebrada el domingo 14 de abril.

El Domingo de Ramos marca el inicio de la Semana Santa y la catedral San Patricio estuvo a su capacidad tope de fieles para la liturgia especial que comenzó con la bendición de las ramas de palma y una procesión liderada por el Obispo Jugis.

Así como la gente saludó a Jesús en su entrada a Jerusalén hace 2.000 años, estamos llamados a "darle la bienvenida nosotros mismos con nuestras propias vidas, con nuestros corazones", dijo el obispo Jugis. "Que Él continúe reinando allí como Rey supremo, nuestro único Rey, a quien le debemos todo lo que tenemos, todo nuestro amor y toda nuestra lealtad".041419 St Patrick Palm Sunday

Más tarde, en su homilía, el obispo Jugis señaló que, "la Semana Santa y la Pascua son las celebraciones más importantes del año", porque los eventos conmemoran "la batalla decisiva y definitiva en la guerra entre el bien y el mal".

"Celebramos la victoria completa de Dios", dijo. "La muerte de Jesús lo cambia todo. Nada es igual después de los eventos del Calvario”.

Por su sufrimiento, muerte y resurrección, Jesús logra el mayor regalo para la humanidad: el perdón de los pecados y la salvación de todo el mundo.

El último regalo de Jesús de su vida, al reconciliarnos con Dios, demuestra su amor por nosotros, dijo el obispo Jugis.

“Jesús muere, sí. Pero su muerte no se debe a ningún pecado que haya cometido. Su muerte es, más bien, un regalo de amor", dijo el Obispo Jugis, y fue un regalo voluntario de sí mismo a su Padre en el cielo "para el perdón de los pecados de la humanidad".

Debemos seguir el ejemplo de Jesús en nuestras propias vidas, señaló y alentó a las personas a comprometerse nuevamente a vivir vidas santas, imitando a Jesús, sin importar cuál sea su estado en la vida.

"Al hacer un regalo amoroso de sí mismo al Padre, también debemos hacer el regalo amoroso de nosotros mismos a Dios y a los demás", dijo.

- Patricia L. Guilfoyle, editora.