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Catholic News Herald

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011819 marchMás de 200 personas marcharon en el uptown de Charlotte en defensa por la Vida. Después de manifestarse en Independence Square, los asistentes llegaron hasta el edificio de la Corte del condado. Portando carteles contra el aborto y a favor del derecho a la vida, rezaron el Rosario y la Coronilla de la Divina Misericordia. (César Hurtado | Catholic News Herald) CHARLOTTE — “Nuestra defensa de los inocentes no nacidos debe ser clara, firme y apasionada”. Las palabras del Padre Peter Ascik, orador principal en la 13 Marcha por la Vida en Charlotte, describieron el espíritu de las más de 200 personas que marcharon y oraron en el Uptown de Charlotte el 11 de enero para dar testimonio de la dignidad de la vida humana.

Haciendo eco de las palabras del Papa Francisco a la Academia Pontificia por la Vida en 2018, el Padre Ascik animó a todos a “participar con un testimonio claro y público a favor de la vida”.

“Debemos tener bien claro el concepto de la dignidad humana de cada niño por nacer”, dijo a la multitud reunida en Independence Square. “Nuestra sociedad, con toda su sofisticación, toda su tecnología, todo su dinero y poder, intenta desesperadamente borrar al niño por nacer de nuestra vista, de nuestras mentes y especialmente de nuestros corazones”. “Debemos ser firmes. No debemos vacilar en nuestro compromiso con la causa pro-vida, a pesar de toda la oposición, a pesar de toda la propaganda en contra de nosotros”, dijo.

Mientras hablaba, los manifestantes sostenían carteles pro-vida y entregaban folletos informativos a las personas que caminaban en su hora de almuerzo por Independence Square. La marcha de una milla de extensión comenzó en el Centro Pastoral de la Diócesis de Charlotte y terminó en el Palacio de Justicia Federal Charles R. Jonas, donde se rezaron los misterios dolorosos del Rosario y la Coronilla de la Divina Misericordia en reparación por el pecado de aborto.

El padre Ascik describió cómo ver fotos de bebés abortados y los valientes testimonios de otros en el movimiento pro-vida lo convenció de unirse a la causa mientras estaba en la universidad, pese a que el tema era sumamente incómodo.

Durante su trabajo de divulgación dijo haber visto “conversaciones más serias sobre el aborto frente a esas imágenes que las que había presenciado en toda mi vida. Las imágenes aportaron claridad, claridad para los que vieron las imágenes, sí, pero también claridad para mí, porque yo mismo tuve que pasar un tiempo con esas imágenes de niños no nacidos...ver sus dedos, sus caras desgarradas por la violencia del aborto”.

La defensa de los no nacidos, enfatizó el padre Ascik, es un derecho humano fundamental. “Sin el derecho a la vida, ninguna vida es segura. Sin el derecho a la vida, ningún derecho es seguro”. Si el asesinato de un niño en el vientre puede ser justificado, luego matar a una persona anciana que está enferma o discapacitada puede ser justificado, porque también dependen totalmente de nuestro amor y de nuestro cuidado. “Si matar un niño en el vientre de su madre puede justificarse, entonces cualquier cosa puede ser justificada”.

Ese pensamiento fue repetido por la residente de Mount Holly, Mary Ellen Schick, quien está en silla de ruedas. Ella dijo que se unió a la Marcha por la Vida en Charlotte porque defender a los débiles y vulnerables incluye a personas como ella.

Si se puede matar a los bebés, “yo soy la siguiente. Espero que la gente marche por mis derechos”, señaló.

Debemos sentir compasión por aquellos que han sido víctimas de un aborto, anotó el padre Ascik, amar tanto a la criatura no nacida como a la madre necesitada, así como amar a las mujeres post-aborto y a los padres y hermanos que también sufren.

Bob Loughlin, uno de los coordinadores de la Marcha por la Vida en Charlotte desde hace mucho tiempo, dijo que el esfuerzo de cada mes de enero es una causa esperanzadora. “Los preciosos pequeñines que no tienen voz y parecen ser impotentes en la sociedad. Nosotros somos esa voz, somos la imagen de Jesús en salida y su presencia entre la gente”, dijo. “¿Y quién sabe? Tal vez alguien en su hora de almuerzo nos verá y quizás se salvará una pequeña vida en el proceso. Si podemos salvar solo una pequeña vida, todo habrá valido la pena”.

— Patricia L. Guilfoyle, Editora