JEFFERSON — Baltazar y tres de sus amigos regresaron al calor de su tierra natal el pasado 6 de diciembre, dejando los fríos campos de Jefferson, Carolina del Norte, para pasar una temporada de tres a cuatro meses en compañía de sus seres queridos en México.
El próximo abril volverán, con un visado temporal de trabajo, dejando nuevamente a sus familias en Guanajuato, para pizcar tomate, recoger duraznos, cosechar cilantro, tabaco, fresas y naranjas en varios estados de la Unión Americana; y para podar y cortar arbolitos de navidad en los más de cuarenta mil acres dedicados a esta industria en las montañas de nuestro estado.
Baltazar es uno de los dos a tres millones de trabajadores agrícolas que, con o sin estatus migratorio regular, pero con gran esfuerzo y sacrificio, ponen verduras, frutas y toda clase de vegetales a un precio asequible en nuestras mesas.
A la izquierda, Baltazar y su grupo de compañeros que ya regresaron a Guanajuato. A la derecha, el Padre Camilo Cárdenas muestra una de las coronas de adviento que elabora Víctor Apolinar, a su lado, trabajador del campo que reside permanentemente en Jefferson, Carolina del Norte.
Las condiciones laborales son duras. Trabajan de sol a sol con lluvia, nieve, bajas o altas temperaturas, de lunes a domingo y con muy poco tiempo para su cuidado personal. Pese a ello, Baltazar y su grupo sonríen todo el tiempo, ponen amor en sus faenas y dedican el trabajo a sus familias en México, quienes dependen de ese ingreso para mantenerse y progresar. Están felices de contar con empleo, una oportunidad que dicen, en México es escasa.
En Carolina del Norte, cientos de trabajadores, al igual que este grupo de hermanos guanajuatenses, desde mediados de octubre trabajan en la industria del pino, la de los hermosos arbolitos navideños que perfuman y adornan nuestros hogares en diciembre, o en las bellas coronas de adviento que nos recuerdan que la llegada de Nuestro Salvador, aquel que nos predicó el amor, la fraternidad y la justicia con el forastero, está cerca.
Importante industria
Los aproximadamente 1.300 granjeros que desarrollan la industria de los árboles navideños producen casi en su totalidad la famosa variedad del abeto ‘fraser’, el más popular en el país y que se exporta a México, el Caribe, Canadá, Bermudas y Japón, entre otros países del mundo, después de atender el 20 por ciento de la demanda en todo Estados Unidos.
Contrariamente a lo que mucha gente cree, su venta no afecta el medioambiente. Por el contrario, se trata de un producto natural, ecológico, degradable y renovable. Los productores aseguran que por cada árbol cosechado se siembra al menos tres en su reemplazo.
La mayoría de condados ofrecen, al término de la temporada navideña, servicio de reciclaje gratuito de arbolitos naturales, devolviéndolos a la tierra convertidos en mulch utilizado en residencias, parques y escuelas.
Por el contrario, los árboles artificiales tienen un uso promedio de 5 años, después de los cuales terminan en la basura, donde tardarán cientos de años en degradarse.
Experimentado trabajador
Víctor Apolinar Gómez es también un trabajador agrícola. Llegó al estado en 1989, cuando contaba solo con 15 años de edad, proveniente de Texas, respondiendo al llamado de su hermano que se había instalado con su familia en estas tierras.
Sus casi treinta años en Jefferson le han dado una experiencia valiosa que hoy aplica en su trabajo de servicio a granjeros, faenas de construcción y, durante la temporada navideña, en la elaboración de hermosas coronas de adviento que vende a clientes conocidos, pero mayormente regala a sus hermanos de iglesia y amistades que valoran este arte.
“Cuando llegué trabajaba para otros, solo podía hacer dos coronas por hora y me lastimaba las manos con la máquina y las ramas”, relata. En la actualidad su producción sobrepasa las 20 unidades por hora, aunque no siempre libre de pequeños accidentes.
Conocido y apreciado por los granjeros y compañeros de trabajo del área, Víctor es una muestra viva de la alegría que el Señor regala a sus hijos. Pese a contratiempos de la vida, su casa está siempre abierta para recibir a quien guste visitarlo. En menos de media hora, atendió con café y pan dulce a siete personas, entre ellas el Padre Camilo Cárdenas y un servidor, que llegamos para conocerlo.
Víctor nos invita a promover la compra de arbolitos de navidad destacando que, además de adornar y aromatizar el hogar con un producto natural, renovable y no contaminante; con cada árbol que compremos estaremos colaborando con nuestros hermanos hispanos, con su trabajo honesto, con sus familias, valorando su esfuerzo, su sudor, sus lágrimas, su fe en que las promesas de Dios se
harán realidad en ellos.
La Navidad está cerca y probablemente ya haya colocado el árbol de navidad. Para 2019 les pedimos que consideren contar con un árbol natural. Hagámoslo por el medio ambiente, por nosotros, por nuestros hijos pero, en especial, por nuestros hermanos agricultores temporales y sus familias.
— César Hurtado, Reportero Hispano
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