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Catholic News Herald

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CHARLOTTE — Dos sacerdotes mexicanos, el P. Julio Domínguez y el P. Enrique González, ambos especialmente dedicados al servicio de la creciente comunidad católica hispana en la Diócesis de Charlotte, cumplieron quince años de ordenación sacerdotal el pasado 7 de junio.

Un aniversario que fue celebrado con sendas Misas en las parroquias Sagrado Corazón y Divino Redentor, donde recibieron el cariñoso saludo de sus congregaciones que reconocieron el esfuerzo y dedicación de sus pastores.

Padre Julio Domínguez

062218 fr julio2Nacido en Tampico, estado de Tamaulipas en México, pasó su adolescencia en Altamira, una ciudad cercana.

Chela, su maestra de catecismo, le hizo descubrir la belleza de la Eucaristía y antes de su primera comunión le dijo a su madre que queria ser sacerdote.

A los 15 años se hizo catequista y luego, con ocho amigos de la parroquia Santísimo Sacramento, decidió ingresar al seminario.

Comunicar la decisión a sus padres no fue tarea fácil. “Mi madre se puso a llorar pero me dijo ‘Si es la voluntad de Dios, adelante’. En cambio mi papá se puso muy duro y me pidió que termine primero la carrera”. Sin embargo todo estaba dicho, “Es el momento y quiero irme al Seminario”, sentenció.

Estudió en México y Roma, Italia. En 2001, cuando retornaba a México para buscar un seminario diocesano, una tía que vivía en Gastonia, Carolina del Norte, lo invitó a visitarla.

Allí se encontró con el padre John Allen, entonces director vocacional de la Diócesis de Charlotte, quien le informó de la necesidad de sacerdotes hispanos en Charlotte. Tras una duda inicial se enroló.

Padre Julio ha servido en la parroquia Sagrado Corazón de Salisbury, Hickory y Lenoir para hoy desempeñarse como coordinador del Ministerio Hispano en la Diócesis de Charlotte con seis parroquias y una misión a su cargo.

Afirma que todavía hay necesidad de sacerdotes hispanos. “Tenemos párrocos que muchas veces no llegan al fondo de los hispanos. No se trata solo de celebrar una Misa, se trata de saber entender la cultura, las tradiciones”, por lo que “hay una necesidad de expandernos un poquito más y ayudar a los que necesitan más, poder formar a los hispanos. Me siento muy contento y siento que los hermanos están respondiendo muy bien”.

Padre Enrique González

062218 fr enriqueNacido en Querétaro, México, en un hogar católico muy cercano a la iglesia, “tanto que la capilla estaba a media cuadra de casa”. Inspirado por un sacerdote, desde los ocho anõs empezó a ayudar como monaguillo.

“Yo quiero ser como él” pensó, y sin saber qué se necesitaba para ser sacerdote comenzó a soñar con ello.

Su deseo se mantuvo y las dudas e inquietudes no lo apartaron del camino. En 1999, a través del P. Fidel Melo, director del Ministerio Hispano, es invitado a visitar Estados Unidos. “Somos del mismo estado, nos conocíamos de hace mucho tiempo y me invitó a conocer la Diócesis y ver si estaba dispuesto a ayudar aquí. Me gustó y aquí estoy con mucho gusto sirviendo”.

Después de recibir la ordenación, P. Enrique ha servido en la parroquia San Aloysius, como capellán de las escuelas católicas del Charlotte y, desde 2007, como pastor en la parroquia Divino Redentor de Boonville.

Afirma que se siente contento trabajando con todos los grupos pero se enfoca en los padres de familia “porque a través de ellos se puede ir transmitiendo muchas cosas buenas hacia los hijos, hermanos y jóvenes”.

Padre Enrique reconoce que es la necesidad de servicio, en especial a los hermanos hispanos, lo que lo atrajo a permanecer en Estados Unidos.

“Como todo hombre extraño la familia, los amigos, los compañeros de estudio, visitar los lugares donde crecí, espacios que valoro pues forjaron mi persona, pero respetaré los designios de Dios de colocarme en el lugar donde se me necesite”, subrayó.
— Cesar Hurtado, Reportero Hispano