CHARLOTTE — “La Diócesis de Charlotte está creciendo, y la Iglesia aguarda ansiosamente su servicio al Pueblo de Dios”.
Ese fue el mensaje del Obispo Peter Jugis mientras ordenaba a 15 hombres como diáconos permanentes durante una Misa de dos horas, realizada el pasado 14 de abril en la Iglesia San Marcos de Huntersville.
El Obispo Jugis dirigió su homilía a los quince hombres, señalando, “Nuestra lectura del libro de Los Hechos de los Apóstoles (6, 1-7) esta mañana nos dijo: ‘Mientras el número de discípulos continuaba creciendo, los apóstoles vieron la necesidad de ordenar a ciertos hombres para que atiendan a diversas diaconías dentro de la comunidad cristiana’. Y nosotros, en la Diócesis de Charlotte, nos encontramos en una situación similar. Mientras el número de discípulos continúa creciendo en la Diócesis de Charlotte, vemos la necesidad de ordenar a ciertos hombres para atender las diversas diaconías del Ministerio de la Palabra, el Ministerio del Altar y el Ministerio de la Caridad dentro de la comunidad cristiana”.
Con esta promoción de ordenados, la diócesis tiene ahora 135 diáconos permanentes – el mayor número en su historia – sirviendo en todo el oeste de Carolina del Norte, donde el número de católicos asciende a más de 450,000.
Los diáconos recién ordenados ahora podrán asistir en el altar durante la Misa, proclamar el Evangelio en Misa, dar homilías, administrar el sacramento del bautismo y oficiar bodas. Los diáconos permanentes sirven en parroquias y áreas pastorales especializadas como el Ministerio Hispano, RICA, la capellanía del aeropuerto y el Ministerio de prisiones.
Durante la homilía, el obispo dirigió su mirada a los candidatos a diáconos sentados ante él, en la base de los escalones del santuario. Sus familiares y amigos se sentaron detrás de ellos.
“Sus esposas y familiares, sus amigos, sus pastores, los diáconos y los fieles de la diócesis están aquí para orar por ustedes mientras reciben los dones del Espíritu Santo”, dijo.
El Obispo Jugis se maravilló de la manera como el Señor resucitado no solo nos da alegría en este tiempo de Pascua, sino también con el regalo de quince nuevos diáconos para la Iglesia. Explicó que a medida que son ordenados reciben el carácter espiritual indeleble que los configura como diáconos de la Iglesia.
“Jesús dijo que no vino para ser servido, sino para servir”, señaló el obispo. “Nuestros diáconos son ordenados para servir. Ese es su ministerio especial. A través del sacramento de las sagradas órdenes reciben la gracia santificante que los prepara para este ministerio”.
Llamándolos “hijos queridos”, el Obispo Jugis los alentó a “mantener una relación cercana con Jesús, el Señor Resucitado. Él es a quien ustedes sirven. Los fieles deben poder ver a Cristo en ustedes. El Maestro debe ser reconocido en el discípulo”.
“Es en el nombre de Jesús que ustedes son enviados”, les recordó. “Todo lo que puedan lograr debe ser realizado en el nombre de Jesucristo. Si no mantienen una relación vital con Jesús, su ministerio se convertirá en algo opaco, aburrido, superficial, incapaz de inspirar. Jesús, trabajando en ustedes y su ministerio, a través del Espíritu Santo, lo mantendrá fresco”.
Un diácono de la Iglesia debe hacer muchos malabares en su vida, reconoció el obispo.
“Es una invitación desafiante de Dios la que han escogido responder – ser diácono, integrar su vida de casado, de familia, carrera y ministerio diaconal. Ello puede lograrse y de manera muy efectiva, y tus hermanos diáconos te lo pueden demostrar con el ejemplo de sus propias vidas”, dijo.
El principio unificador de todos estos deberes, continuó, “es vuestro amor por Jesús y deseo de servirlo. Después de todo, cuando vemos el triple ministerio que están a punto de asumir como diáconos, Jesús es una vez más el principio unificador de esos tres ministerios”, Ministerio de la Palabra, del Altar y el de la Caridad.
“El ministerio del Altar y los sacramentos es la renovación del sacrificio de Jesús que servirán en el Sacrificio de la Misa”, dijo. “Él es autor y actor siempre presente en la Eucaristía y los sacramentos”.
“El ministerio de la Palabra es la Palabra hecha carne, la que proclaman y enseñan a través de sus palabras y testimonio”.
“El ministerio de la Caridad es Su atención a los pobres, a los que sufren, a los enfermos y a todos aquellos en necesidad que ustedes continuarán atendiendo en sus ministerios”.
Durante el rito de ordenación los hombres se arrodillaron uno a uno ante el Obispo Jugis para jurar lealtad a la Iglesia en su ministerio como diáconos.
“Ustedes no se ordenan a sí mismos”, les dijo. “Es el Cristo Resucitado quien los ha llamado. Y es un sucesor de los Apóstoles quien los ordena. La Iglesia certifica su ministerio y los envía adelante. Ustedes están asociados al obispo y los sacerdotes para ayudarlos. Su ministerio será efectivo en la medida en que sean obedientes a la fe y a la Iglesia”.
Los diáconos recién ordenados proclamarán el Evangelio en Misa, prepararán el altar en la Misa y distribuirán el Cuerpo y la Sangre del Señor a los fieles. Administrarán el sacramento del bautismo, asistirán y bendecirán matrimonios, llevarán la comunión a los enfermos, conducirán ritos funerarios y presidirán oraciones públicas. También darán una homilía por invitación de su pastor e instruirán a los fieles en las enseñanzas de la Iglesia.
“Por su ordenación, el Espíritu Santo los configura a Cristo el Siervo”, les dijo el Obispo Jugis. “El Señor Resucitado les da una fortaleza especial para servirlo y representarlo en su ministerio. Esa alegría de Pascua que marcó a los primeros discípulos continúa viviendo en la Iglesia, no solo durante el tiempo de Pascua, sino en todo momento. La alegría de Pascua impregna la vida de la Iglesia. Esa alegría de Pascua debe en todo momento dar vida a su ministerio”.
En sus palabras de despedida, el Obispo Jugis recordó a los hombres, “Ustedes son los siervos del Señor Resucitado, que resucitó en cuerpo de entre los muertos, que está vivo y con ustedes, quien llegó a los discípulos y regocijó. A los ojos del Señor, los discípulos se regocijaron, nos dicen los Evangelios”.
“Que la alegría de Pascua, impartida por el Señor Resucitado, siempre los acompañe como Sus diáconos. Y que en el último día, cuando salgan al encuentro del Señor, tengan la bendición de escucharlo decir: ‘Bien hecho, buen y fiel siervo. Entra en la alegría de tu Señor’”.
Los quince nuevos diáconos se unen a un estimado de 18,500 diáconos permanentes activos en los Estados Unidos en la actualidad.
El Diácono Steffen Fohn de la Iglesia Sagrada Familia en Clemmons se une a su padre, el Padre Kurt Fohn, en el servicio a la Iglesia. “Mi padre, antes de ser ordenado al sacerdocio en 2001, era un diácono permanente”, explicó el Diácono Fohn. “De hecho, comenzó su formación de diaconado en la Diócesis de Charlotte como miembro de la promoción inaugural de la diócesis”.
“Viendo al pasado, veo la mano guía de Dios inspirando la dirección de nuestras vidas. Mi padre, a lo largo de su vida, ha sido honrado con la sabiduría y el coraje para responder ‘sí’ cuando escuchó el llamado del Señor; él vive esa respuesta a diario. Él ha establecido un ‘alto nivel’, al que aspiro en mi propia vocación”.
El Padre Fohn comentó: “Cuando Dios infunde Su propia santidad y amor en nosotros, se vuelve natural vivir vidas sobrenaturales. La principal herejía de todos los tiempos es creer que la santidad es creada por nuestros propios esfuerzos. La santidad es un regalo para ser usado de acuerdo con el plan de Dios. Los santos son la creación de Dios. Su santidad es la misma que la nuestra, la santidad de Dios”.
El Diácono Quang Nguyen de la Iglesia San José en Charlotte es el primer diácono vietnamita ordenado para la Diócesis de Charlotte. “La mayoría de los vietnamitas que viven en la Diócesis de Charlotte son refugiados de Vietnam”, señaló. “Salimos de nuestro país, emigramos a los Estados Unidos después de la caída de Vietnam del Sur en 1975. Cuando llegamos, trajimos con nosotros no solo a nuestra familia, sino también el idioma y cultura vietnamita, que incluye nuestras creencias como católicos”.
“El papel de un diácono permanente es nuevo para nosotros (vietnamitas) aquí en este país. El diácono permanente todavía no es aceptado en Vietnam. Como sé, me convertiré en el primer diácono vietnamita en la Diócesis de Charlotte. Eso también significa que he recibido muchas oraciones de la comunidad vietnamita para que esto ocurra. Espero que después de mi ordenación haya más hombres en mi parroquia que estén interesados en responder al llamado de convertirse en diáconos permanentes“, dijo el Diácono Nguyen.
El Diácono David Ramsey, de la Iglesia Santa María Madre de Dios en Sylva, es un doctor especializado en medicina familiar. “La medicina y el diaconado tienen muchas similitudes”, dijo. “Cuidamos a las personas desde el nacimiento hasta su muerte. De hecho, fueron los problemas sobre la defensa de la verdad de la vida por la Iglesia Católica, manteniendo la dignidad de los seres humanos desde el nacimiento hasta la muerte, una de las cosas que me acercaron a ella”.
“Como médico he ayudado a 600 mujeres en el parto de sus bebés y siempre me ha maravillado el regalo milagroso de la vida que Dios nos da. En el bautismo será la bendición del regalo de la vida eterna. En medicina he tenido el privilegio de estar presente en momentos íntimos en la vida de las personas; en el nacimiento, durante las pruebas de la vida y en la muerte. Esas relaciones me han ayudado a comprender mejor la vida. Espero con interés mis relaciones con los demás en sus vidas de fe y las suyas en mi propia vida en Cristo como diácono”, dijo.
“Como un todo, este es un grupo de hombres bien educados y profesionalmente logrados”, dijo el Diácono Scott Gilfillan, director diocesano de formación diaconal. “Realmente me han mantenido atento en el conocimiento y la práctica de mi fe”.
“Ha sido muy gratificante para mí ver lo que Dios está haciendo con todos ellos. Aunque cada uno ingresó al programa con una fe fuerte, una familia maravillosa y una carrera establecida, durante todo el proceso de formación han profundizado su fe, se han convertido en mejores padres y maridos, han ensanchado su corazón para el servicio y aumentado su amor por la Iglesia”, dijo el Diácono Gilfillan.
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