El nombre Santiago, proviene de las palabras Sant y Iacob. Porque su nombre en hebreo era Jacob. Los españoles en sus batallas gritaban: “Sant Iacob, ayúdanos”. Y de tanto repetir estas dos palabras, las unieron formando una sola: Santiago.
Fue uno de los doce apóstoles del Señor y hermano de San Juan evangelista. Se le llamaba el Mayor, para distinguirlo del otro apóstol, Santiago el Menor, que era más joven que él.
Con sus padres Zebedeo y Salomé vivía en la ciudad de Betsaida, junto al Mar de Galilea, donde tenían una pequeña empresa de pesca.
Tenían obreros a su servicio, y su situación económica era bastante buena pues podían ausentarse del trabajo por varias semanas, como lo hizo su hermano Juan cuando estuvo una temporada en el Jordán escuchando a Juan Bautista.
Santiago formó parte del grupo de los tres preferidos de Jesús, junto con su hermano Juan y Simón Pedro. Después de presenciar la pesca milagrosa, al oír que Jesús les decía: “Desde ahora seréis pescadores de hombres”, dejó sus redes, familia, empresa pesquera y se fue con Jesucristo.
Presenció los grandes milagros de Cristo, y con Pedro y Juan estuvo presente en la Transfiguración del Señor y en su Oración en el Huerto de Getsemaní.
¿Por qué lo prefería tanto Jesús? Quizás porque era el más atrevido y valiente para declararse amigo y seguidor del Redentor, o porque iba a ser el primero que derramaría su sangre por proclamar su fe en Jesucristo.
Cuenta el santo Evangelio que una vez al pasar Jesús con sus discípulos por un pueblo de Samaria, la gente no quiso proporcionarles ningún alimento y que Santiago y Juan le pidieron a Jesús que hiciera llover fuego del cielo. Cristo los regañó y recordó que Él no había venido a hacer daño a nadie sino a salvar al mayor número posible de personas.
En otra ocasión, Santiago y Juan comisionaron a Salomé, su madre, para que fuera a pedirle a Jesús que en el día de su gloria los colocara a ellos dos en los primeros puestos: uno a la derecha y otro a la izquierda. Jesús les dijo: “¿Serán capaces de beber el cáliz de amargura que yo voy a beber?” Ellos le dijeron: “Sí somos capaces”. Cristo añadió: “El cáliz de amargura sí lo beberán, pero el ocupar los primeros puestos no me corresponde a Mí el concederlo, sino que esos puestos son para aquellos para quienes los tiene reservado mi Padre Celestial”.
Después de la Ascención de Jesús, Santiago el Mayor se distinguió como una de las principales figuras entre el grupo de los Apóstoles. Por eso, cuando el rey Herodes Agripa se propuso acabar con los seguidores de Cristo, lo primero que hizo fue mandar cortarle la cabeza a Santiago y encarcelar a Pedro. El hijo de Zebedeo tuvo el honor de ser el primero de los apóstoles que derramó su sangre por proclamar la religión de Jesús Resucitado.
Antiguas tradiciones dicen que Santiago alcanzó a ir hasta España a evangelizar. Y desde el siglo IX se cree que su cuerpo se encuentra en la catedral de Compostela, Ciudad del norte de España. Hasta ese santuario han llegado miles y miles de peregrinos que han conseguido maravillosos favores del cielo.
Es patrono de España y de su caballería, así como de Galicia. Los españoles lo han invocado en momentos de grandes peligros y han sentido su poderosa protección.
— Condensado de ACI Prensa