La Fiesta de la Divina Misericordia tiene como fin principal hacer llegar a todos los corazones el mensaje que Dios es Misericordioso y nos ama a todos, y que cuanto más grande es el pecador, más grande es su derecho a la Misericordia.
En el mensaje, que Nuestro Señor nos hizo llegar por intermedio de Santa Faustina, se nos pide que seamos siempre misericordiosos con el prójimo a través de nuestras palabras, acciones y oraciones, ya que la fe sin obras es inútil.
Con el fin de celebrar apropiadamente esta festividad, se recomienda rezar la Coronilla y la Novena a la Divina Misericordia, confesarse y recibir la Santa Comunión.
La Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos publicó el 23 de mayo de 2000 un decreto en el que se establece, por mandato del Papa Juan Pablo II, la fiesta de la Divina Misericordia, que tendrá lugar el segundo domingo de Pascua. La denominación oficial de este día litúrgico es “segundo domingo de Pascua o de la Divina Misericordia”.
Ya el Papa lo había anunciado durante la canonización de Sor Faustina Kowalska, estableciendo la fecha como “una invitación perenne para el mundo cristiano a afrontar, con confianza en la benevolencia divina, las dificultades y las pruebas que esperan al genero humano en los años venideros”.
Sin embargo, el Papa no había escrito estas palabras, de modo que no aparecieron en la transcripción oficial de sus discursos de esa canonización.
Santa Faustina, que es conocida como la mensajera de la Divina Misericordia, recibió revelaciones místicas en las que Jesús le mostró su corazón, fuente de misericordia y le expresó su deseo de que se estableciera esta fiesta. San Juan Pablo II dedicó una de sus encíclicas a la Divina Misericordia (“Dives in misericordia”).
Esencia de la devoción
La esencia de la devoción se sintetiza en cinco puntos fundamentales: debemos confiar en la Misericordia del Señor; la confianza es la esencia, el alma de esta devoción y a la vez la condición para recibir gracias; la misericordia define nuestra actitud ante cada persona y debemos ejercerla con nuestras acciones, palabras oraciones; la actitud del amor activo hacia el prójimo es otra condición para recibir gracias; y que el Señor Jesús desea que sus devotos hagan por lo menos una obra de misericordia al día.
— Condensado de Aci Prensa