Este es el único santo al cual se le celebra la fiesta el día de su nacimiento. San Juan Bautista nació seis meses antes de Jesucristo, es decir que en seis meses, el 24 de diciembre, estaremos celebrando el nacimiento de nuestro Redentor Jesús.
El primer capítulo del Evangelio de San Lucas nos cuenta de Zacarías, un sacerdote judío casado con Santa Isabel, con quien no tenía hijos porque ella era estéril. Siendo viejos, un día se le apareció el ángel Gabriel que le dijo que vería al Mesías, y que su mujer iba a tener un hijo a quien pondría por nombre Juan. Ezequiel dudó, por lo que el ángel lo dejó mudo hasta que todo se cumpliera.
Seis meses después, el mismo ángel se apareció a la Santísima Virgen comunicándole que iba a ser Madre del Hijo de Dios, y también le dio la noticia del embarazo de su prima Isabel.
De la infancia de San Juan nada se sabe. Tal vez, siendo aún un muchacho y huérfano de padres, huyó al desierto lleno del Espíritu de Dios donde vivió dedicado a la penitencia y oración. Vestía sólo una piel de camello y se alimentaba de frutas silvestres, raíces, langostas y miel silvestre.
Cuando Juan tenía más o menos treinta años, se fue a la ribera del Jordán para predicar un bautismo de penitencia, conducido por el Espíritu Santo que le dijo que vería a Jesús. “Aquel sobre quien vieres que me poso en forma de paloma, Ese es”, le dijo.
Llegado al Jordán se puso a predicar y bautizar a las gentes diciéndoles: “Yo los bautizo con agua para moverlos a la penitencia; pero el que ha de venir después de mí es más poderoso que yo, y no soy digno ni siquiera de soltar la correa de sus sandalias. Él es el que habrá de bautizarlos en el Espíritu Santo”.
Los judíos empezaron a sospechar si era el Cristo que tenía que venir y enviaron a unos sacerdotes a preguntarle quién era. Él confesó claramente que no era Cristo.
Por ese tiempo llegó Jesús de Galilea al Jordán en búsqueda de Juan para ser bautizado. Juan se resistía, por lo que Jesús le dijo: “Déjame hacer esto ahora, así es como conviene que nosotros cumplamos toda justicia”.
Habiendo sido bautizado Jesús, al momento de salir del agua, se abrieron los cielos y se vio al Espíritu de Dios que bajaba en forma de paloma, y permaneciendo sobre Él se escuchó una voz que decía: “Este es mi Hijo muy amado, en quien tengo todas mis complacencias”.
Herodías era la mujer de Filipo, hermano de Herodes. Herodías se divorció de su esposo y se casó con Herodes, rey en Galilea. Juan le recriminó diciendo que no era lícito tener por mujer a la que es de su hermano.
Herodes, instigado por su mujer, mandó gente hasta el Jordán para llevarlo preso, queriendo matarle, más no se atrevió sabiendo que era hombre justo y santo.
Herodías celebró el cumpleaños de Herodes con un gran banquete, invitando a muchos personajes importantes. Al final del banquete entró la hija de Herodías y bailó en presencia de todos, agradando mucho a Herodes.
Entonces el rey ofreció a la muchacha darle lo que quisiera. Azuzada por su madre, la joven le pidió la cabeza de Juan Bautista en una bandeja.
Obligado a cumplir su palabra, el rey llamó a su guardia personal, ordenó que decapitaran a Juan y se entregue a la muchacha la cabeza de Juan en la forma que ella lo había solicitado.
— Condensado de Aciprensa
Oración a San Juan Bautista
Bendito San Juan Bautista,
que fuiste elegido para anunciar a los hombres la venida del reino de Cristo,
guía nuestros pasos por las sendas de la justicia y la paz,
y alcánzanos del Señor su misericordia y perdón.
Gloriosísimo San Juan Bautista,
precursor de mi Señor Jesucristo,
lucero hermoso del mejor sol,
trompeta del Cielo,
voz del verbo eterno,
consígueme del Señor su benevolencia y bendición.
Tú que eres el mayor de los santos
y alférez del Rey de la Gloria,
que eres más hijo de la gracia que de la naturaleza,
y por todas las razones
príncipe poderosísimo en el Cielo,
consígueme del Señor su clemencia y protección .
Glorioso San Juan Bautista,
hoy en mi desespero te ruego
que me ayudes en estos duros momentos,
necesito tu valioso auxilio
para solucionar mis penas y miserias,
media ante el Señor para que me conceda:
(decir lo que se necesita conseguir).
Te pido mártir invencible que no desoigas mis penas y por los privilegios con que te enriqueció Dios consigue que mi pedido sea concedido lo antes posible si fuere conveniente para mi salvación;
y si no, una perfecta resignación,
con abundante gracia,
que haciéndome amigo de Dios,
me asegure las felicidades eternas de la Gloria. Amén.
Rezar El Credo, tres Padrenuestros, tres Avemarías y tres Glorias.
Repetir la oración y los rezos durante tres días consecutivos.