CHARLOTTE — Al menos 28 por ciento de los niños en Estados Unidos han experimentado abuso físi-co, reveló la Reverenda Cathy Hasty, magister en Teología, capellana, consejera certificada y capacita-dora de Novant Health, que asiste a la Coalición de Fe y Salud a la que pertenece el Ministerio Hispano del Vicariato de Charlotte.
Hasty dictó una conferencia sobre Resiliencia y superación de estrés tóxico en las instalaciones del Centro Pastoral de la Diócesis de Charlotte el pasado martes 7 de enero, ante un auditorio conforma-do por miembros de la Pastoral de Salud del vicariato.
La resiliencia es la capacidad de una persona o grupo social de recuperarse frente a experiencias ad-versas ocurridas durante la infancia (ACEs, por sus siglas en inglés) y que posteriormente impactan sus vidas generando riesgos en su comportamiento, salud física y mental.
“Resiliencia es superar las heridas, recuperarse, sanar, volver a tocar base. Y podemos, con cosas sen-cillas, resolver y apoyar la curación de los niños. Pero necesitamos resolver sus necesidades básicas”, dijo Hasty.
“Esto no es algo nuevo, desde 1995 aprendí de esto. Aunque no se tomó en serio en ese momento, ahora se considera una amenaza seria”, apuntó.
El problema, explicó, es que las experiencias adversas recibidas en la infancia son frecuentes y afectan a un gran número de niños.
Serio problema
Según estadísticas de los Centros de Control y Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos, 28,3% de los niños son víctimas de abuso físico, 20,7% de abuso sexual y 10,6% de abuso emocional.
La negligencia en los menores también es significativa. El 14,8% de ellos sufren de negligencia emo-cional, mientras que un 9,9% de negligencia física.
La disfunción en el hogar afecta también fuertemente a los niños. Por ejemplo, el abuso de sustancias, divorcio de los padres, condiciones de salud mental, abuso físico a la madre y encarcelamiento de miembros de la familia son elementos adversos que influyen negativamente en la mentalidad infantil.
De 17.000 participantes en el estudio realizado por CDC, 64% de los menores entrevistados tuvieron al menos una experiencia adversa infantil, lo que revela la gravedad del problema social.
A medida que aumentan las ACEs, se incrementa en la adultez los posibles efectos negativos para la salud. Por ejemplo, en comportamiento, aumenta la falta de actividad física, el tabaquismo, abuso de sustancias, así como las ausencias laborales.
En cuanto a salud física y mental, sube el riesgo de obesidad, diabetes, enfermedades coronarias, pulmonares, de transmisión sexual, derrames cerebrales, cáncer, depresión y hasta suicidio.
Debido a ello, Hasty informó que localmente el condado Mecklenburg ha destinado cinco millones de dólares para ser distribuidos por cinco años en programas que aborden el problema, “perolos recur-sos en verdad no son suficientes”, aclaró.
“Se necesita un ejército de personas capacitadas en español para que lleven el mensaje a otros y puedan explicar el problema en su propio idioma”, por lo que “las iglesias podrían tomar un papel muy activo, ser lugares para sanar estas heridas y no dejar que las personas se aíslen”, señaló.
La especialista resaltó que hay soluciones posibles para reducir el estrés tóxico y mejorar el bienestar en los hogares. Las relaciones interpersonales, como el encontrar un amigo o ser parte de un grupo de interés o proyecto de servicio; el cuidado del cuerpo con las horas correctas de sueño, ejercicio y nu-trición; el trabajo de la mente con actividades creativas; y la relación transpersonal con Dios llevan a la sanación de las experiencias adversas en la infancia.
Participantes de la parroquia Nuestra Señora de Guadalupe aseguraron que, gracias a esta capaci-tación, pueden reconocer que algunos de los cerca de dos mil niños que asisten a las clases de cate-quesis tienen síntomas de experimentar estas experiencias adversas en la infancia. “Tenemos la gran responsabilidad de capacitarnos, detectar el problema y empezar a brindar soluciones lo más rápido posible”, comentó uno de los asistentes.
Para informes sobre futuras capacitaciones, comuníquese con la coordinadora de la pastoral de salud del vicariato de Charlotte, Fravelin Cuesta, al teléfono 704-726-6397.
— César Hurtado, Reportero hispano